domingo, 18 de diciembre de 2011

SOBRE LA OFENSA Y EL PERDÓN


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“Las PERSONAS somos seres imperfectos; la debilidad es inherente a la condición humana”.

¿Qué se entiende por Ofensa (acción y efecto de ofender)?

Según la definición más común y extendida viene a decir: “Humillar o herir el amor propio o la dignidad de alguien, o ponerlo en evidencia con palabras o con hechos”. (R.A.E.)

La propia definición, en sí, parte de un planteamiento viciado o subjetivista, me explico: se siente herido o humillado el que supuestamente a recibido la ofensa… ¿Quién decide o dictamina que los hechos acaecidos o palabras vertidas son motivo de ofensa?... ¿El ofensor o el ofendido?...En estos casos tendría que haber una tercera PERSONA o instancia jurisdiccional para juzgar quien de las dos partes tiene la razón… 

¡Bueno!, partamos del supuesto que sí se ha podido producir esa teórica humillación…y, ¡para más inri!, quedando dentro del entorno privado de las dos PERSONAS implicadas en la más que delicada situación. 

Por lo tanto, centrémonos en el caso hipotético de un perjuicio causado por uno de los amigos hacia el otro; la AMISTAD tendría que salvaguardar las disputa pero acaba siendo, una vez más lamentablemente, la gran perjudicada: el fin de la misma. 

Habiéndose materializado la ruptura, de la misma, se puede optar por:

-Se da por finiquitada la AMISTAD, por ambas partes, y sin ningún tipo de replanteamiento a la hora de querer recuperarla; no hay voluntad explícita, ni implícita (dejar pasar el tiempo), de restablecer la relaciones interpersonales. 

-O, por el contrario, la loable posibilidad de reconstruir los puentes perdidos, mediante la acción del acercamiento por una de las partes; casi siempre por parte del supuesto “agresor”, mediante la solicitud de clemencia o perdón y la consecuente espera a la respuesta por parte del supuesto agraviado. En esta segunda posibilidad siempre tendremos que contar con la “colaboración” del susodicho agraviado. En caso de negativa, huelga decir que el esfuerzo por parte del interesado de querer recuperar la AMISTAD dilapidada, se acaba convirtiendo en una pérdida de tiempo y en una más que evidente frustración.


¿Qué se entiende por perdón?

Perdón, acción de perdonar, que, a su vez, proviene de las voces latinas per + donāre (dar, regalar).

Por lo tanto: perdonar consiste, en esencia, en que el indulgente, que aprecia haber padecido un ultraje, resuelve, bien a petición del agraviador o abiertamente, no sentir rencor hacia el ofensor o hacer concluir su irritación o cólera contra el mismo, desistiendo eventualmente a requerir una condena o redención, y optando por no tener en cuenta el escarnio en el futuro, de forma que las relaciones entre agraviador perdonado y agraviado perdonante no resulten afectadas.


Mecanismos del perdón

La labor de absolver comporta la existencia de los subsecuentes escenarios o sucesos:

a) Presencia de un perjuicio de cualquier tipo.
b) Ser consciente (o sabedor) de la ofensa por el ofendido, por la "confesión" del propio ofensor o por otros medios.
c) El mancillado por el insulto se siente insultado.
d) Se altera gravemente el talante del agredido hacia el agresor (rencor, inquina, odio y una clara intención de ignorarlo, procurándole el vacío más absoluto,…etc.).
e) Posible conocimiento por parte del ofensor de la afectación de las relaciones entre ofensor y ofendido.
f) Posiblemente el ofensor siente y/o manifiesta su vergüenza y/o arrepentimiento.
g) Posiblemente el ofensor asume su culpa y/o solicita el perdón.
h) El humillado otorga la indulgencia, plena o parcial, condicional o no.
i) Y, por último, se restaura de una forma más o menos completa, o parcial, las relaciones entre ofendido y ofensor.

La indulgencia no debe confundirse con el olvido del ultraje recibido. Quien la olvida no absuelve, pues no se ampara en una decisión de absolución. Nada tiene que perdonar quien no se siente ofendido por lo que otras PERSONAS considerarían una ofensa.

Toda acción de perdonar se contempla, principalmente, desde bases o pensamientos religioso-moralizantes. En la base de las principales religiones universales se recomienda encarecidamente el perdón:

1) Perdona a tus semejantes.
2) Solicitar clemencia por los perjuicios a los demás.
3) E implorar la indulgencia divina de los pecados, tan qué no, apreciar resentimiento por los castigos o designios divinos, eventualmente crueles o incomprensibles para los humanos.


Desde una visión cristiana

El Dios clemente está presente, y perdonarse los unos a los otros se considera un imperativo moral, pues el perdón a quienes nos ofenden y nos odian es uno de los mayores ejemplos de amor al prójimo.

“Perdónanos nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a nuestros ofensores. Y no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal... Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, vuestro Padre celestial también os perdonará a vosotros”. (Mateo 6:12-14)

“El amor tiene paciencia y es bondadoso. El amor no es celoso. El amor no es ostentoso, ni se hace arrogante. No es indecoroso, ni busca lo suyo propio. No se irrita, ni lleva cuentas del mal”. (1 Corintios 13:4-5)


Desde una perspectiva del Islam


El Islam dicta que Dios (Alah) es "el misericordioso", y principio original de todo perdón. El perdón usualmente exhorta a la contrición de quienes han de ser perdonados. Obedeciendo al tipo de error cometido, el perdón puede emanar simplemente de Dios, o del ofendido. En el supuesto de la indulgencia divina, la petición de tal indulgencia y el arrepentimiento es relevante; en el caso del perdón humano, es importante tanto perdonar como ser perdonado.


Desde una óptica Budista

El Budismo, como toda gran religión universalista y filosofía de vida, el perdón se forja como una experiencia para advertir tendencias dañinas que puedan trastornar nuestra felicidad mental.

El budismo asume que el conjunto de impresiones emocionales de odio y rencor dejan un efecto duradero en nuestro karma (destino del futuro, según la trayectoria vital en el pasado). De hecho, el budismo abre caminos de pensamiento positivo en su proceder con el fin obtener un estado de bienestar cuasi perfecto.

"En la contemplación de la ley kármica somos conscientes de que no hay razón para buscar venganza pero practicando el metta y el perdón, puesto que el agresor es, realmente, el más desafortunado de todos"

Cuando brota el odio, el enfoque budista asume un proceder sereno hacia su exculpación escudriñando el origen desde su génesis, este se centra en la cancelación de la amargura y la “estafa”, a través de la meditación adoptando con ella sentido de su naturaleza. El Budismo no asume por entero la realidad de las exaltaciones que hacen posible el perdón y los objetos de esas exaltaciones.


"Si no perdonamos, continuamos creando una identidad alrededor de nuestro dolor, y esta es la que renace continuamente, ésta es la que sufre."


Como complemento a este artículo recomiendo las siguientes lecturas, también, del propio autor:

SOBRE LA AMISTAD

SOBRE LA ÉTICA

SOBRE LA NOBLEZA DE ESPÍRITU

SOBRE LA HONESTIDAD

SOBRE LA INCOHERENCIA DEL HOMBRE RESPECTO A SI MISMO (SU IMAGEN VS SU REALIDAD), O COMO (NO) HACER PARA QUE EL ESPEJO NOS SIGA ENGAÑANDO



“La grandeza humana de la PERSONA ofendida se demuestra perdonando al que le causó la ofensa”.


Santiago Peña


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