domingo, 26 de abril de 2015

ACERCA DEL HUEVO DE LA SERPIENTE


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Para empezar hay que diferenciar, con meridiana claridad, que, en referencia a esta metáfora, existen dos visiones, aparentemente, opuestas pero, a la vez, complementarias a la hora de buscar una simbología, o enseñanza, de la misma:

  • La primera de carácter socio-político, intentando explicar el origen del nazismo en la Alemania de entreguerras. Se realizó una película homónima, The serpent´s egg (1977), dirigida por el cineasta sueco Ingmar Bergman, ambientada en los años 20; en la que expone, con crudeza existencial, el ambiente desolador, y en descomposición, del Berlín de aquellos tiempos.

"Nada funciona bien, excepto el miedo".
(Inspector Bauer)


"Cualquiera puede ver el futuro, es como un huevo de serpiente. A través de la delgada membrana, se puede distinguir un reptil ya formado".
(Dr. Vergérus)
   

  • Y la segunda en que, la Serpiente, está muy enraizada a los estados de transformación espiritual.

En las dos perspectivas, la búsqueda quimérica de la perfección de la PERSONA, son el nexo, y punto, en común acerca de esta alegoría metafísica.

En este breve post, nos vamos a centrar, exclusivamente, en la segunda visión, marcadamente espiritual. No obstante, la primera, merecería un estudio completo, dada su "vigente actualidad". Por supuesto, recomiendo el visionado del film en cuestión. Una obra maestra de la cinematografía. Atemporal.

Hecha la breve separación, a modo introductorio de las dos percepciones, comencemos con la segunda, ya referenciada.

Desde antes del comienzo de los tiempos, la Serpiente, ya se encuentra presente. En una de las versiones de la cosmogonía egipcia se narra lo siguiente:

"Ocho criaturas con cabezas de rana y sierpe nadaban en las aguas del Caos antes de que comenzara el tiempo. Ellos formaban parte de la llamada Ogdóada: Nun y Naunet, deidades del acuático abismo; Hu y Hechuet, dioses del espacio infinito; Ku y Kuket; dioses de la oscuridad; Amón y Amonet, dioses de lo invisible. Estos seres nadaron juntos formando el Gran Huevo que empolló el Creador."

Con posterioridad estará muy arraigada en los procesos de regeneración; incluso, de alguna manera, se aglutina en nuestro interior, concibiendo emociones y sensaciones que, en  muchos casos, no logramos del todo definir pero que, de alguna forma, ayudan a encauzarnos y a reconducir nuestras existencias.

Es como si tuviésemos un huevo en nuestro interior, gestando; esperando para emerger de la cáscara… y, en numerosas ocasiones, hemos intuido que el huevo es algo que ya hay dentro de nosotros pero, otras veces, percibimos que, en realidad, somos nosotros mismos, o una parte de nosotros, que está oculta dentro de ese "Huevo de Serpiente", que no termina de abrirse al mundo, quizás por miedo, acaso por menoscabo de lucidez en determinadas facetas nítidamente anímicas.

Pero ¿por qué se está al tanto que es un huevo de serpiente? En el fondo se presiente. Así que debemos trabajar y meditar en ese aspecto asociado a este "temido" reptil, tan incomprendido y repudiado a lo largo de la historia que, posiblemente, nos ha marcado demasiado; cegándonos ante la sabiduría ancestral, estrechamente ligada a la naturaleza y a los procesos que deberíamos vivir en paralelo con el mismo. Desde nuestros primeros ancestros, la Serpiente, se coligó al mal, cuando, en verdad, siempre ha sido un emblema trascendente en la generalidad de culturas a lo largo de la historiografía humana.

¿Qué advertimos en todo esto? Que debemos ser nosotros quienes rasguemos ese cascarón; que la Serpiente está tan dormida que no puede nacer por sí misma. Y esto, realmente, puede parecer paradójico cuando sentimos que somos nosotros quienes estamos en el interior del huevo, cuando la Serpiente es, esencialmente, un alter ego de nosotros mismos del cual precisamos renacer. Por lo tanto: se renueva pero, de ningún modo, descompone su naturaleza.

¡Renazcamos, pues, con fortaleza e ímpetu ante lo que nos ofrece la vida -dada nuestra minúscula, pero extraordinaria, presencia- en este mundo que nos ha tocado vivir!

A lo largo del tiempo en el que, paulatinamente, hemos estado haciendo una abstracción en esta cuestión, paralelamente al mismo, gradualmente hemos ido sintiendo que algo despierta en nosotros, más sensaciones, más percepciones de lo sutil… que nos hacen pensar que, tal vez, ya estemos rompiendo, apocadamente, nuestro pequeño cascarón.


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Santiago Peña

domingo, 19 de abril de 2015

¿EL PORQUÉ DE LOS SÍMBOLOS?


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Las antiguas narraciones mitológicas pueden "leerse" de muy variadas formas: como una estricta fábula (con tintes señaladamente pedagógicos), como una impresión marcadamente religiosa o, inclusive, como un estudio metodológicamente antropológico. El problema, ha día de hoy (si nos atenemos, estrictamente, a su infinidad de posibles interpretaciones; todas posiblemente no correctas pero, tampoco, del todo falsas)  radicará en que no entenderemos ese lenguaje de nuestros ancestros: con una épica desmesurada, hiperbólico, atemporal, minimalista y sin un espacio geográfico definido.

Antes del Logos, precedió el Mito. -así se exponía en los primeros capítulos de cualquier libro de texto de Introducción a la Filosofía- Por lo tanto, la emoción se anteponía a la razón. La imaginación -no lo olvidemos- hacía el resto.

La PERSONA de aquellas épocas (en una gran mayoría) no leía: percibía, comentaba y/o explicaba. Interpretaba, "a su modo", todos los acontecimientos que sucedían a su alrededor: tormentas, ventiscas, guerras, hambrunas, enfermedades,... de la única manera que su pensamiento precientífico (ante el miedo, la angustia y cualquiera de las fobias que lo atenazaban) le podía ofrecer: La simbología. Es menester recordar que la primera forma de lenguaje fue el símbolo.

Las tormentas,  según en la época o zona geográfica en la que nos encontrásemos, era la furia de Thor, los caprichos de  Zeus, la venganza de Perun o la justicia de Enlil. Todo lo que no se entendía, o comprendía, se le dotaba de un carácter mistérico y/o religioso. Todo se le encontraba acomodo. Se constituía un "pacto" y el mundo seguía funcionando (Cosmos). En definitiva, el ser humano necesitaba, y necesita (hoy igual, pero con diferentes lenguajes), dar sentido a su existencia: el origen de la vida, porque nos tenemos que morir, porque el universo está establecido de esta forma y no de otra...   

Los mitos de ahora son los deportistas de élite y los llamados VIP. Actualmente (igual que antes) no hace falta leer (literalmente) sus biografías, sino seguir sus "gestas y proezas". Los medios de comunicación de masas hacen el resto.

En este tiempo, y en los venideros, no siempre se podrá aplicar la lógica y la razón. Los sentimientos, la pasión y, sobre todo, el miedo (a la incertidumbre, a lo desconocido y/o a la indeterminación)  siempre, marcarán nuestros destinos. Tendremos, una vez más, los símbolos, los mitos y la imaginación. El "niño" que, todos, llevamos dentro nos lo recuerda constantemente.



Santiago Peña


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