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Las antiguas narraciones
mitológicas pueden "leerse"
de muy variadas formas: como una estricta fábula (con tintes señaladamente pedagógicos),
como una impresión marcadamente religiosa o, inclusive, como un estudio
metodológicamente antropológico. El problema, ha día de hoy (si nos atenemos,
estrictamente, a su infinidad de posibles interpretaciones; todas posiblemente
no correctas pero, tampoco, del todo falsas)
radicará en que no entenderemos ese lenguaje de nuestros ancestros: con
una épica desmesurada, hiperbólico, atemporal, minimalista y sin un espacio geográfico
definido.
Antes del Logos,
precedió el Mito. -así se exponía en
los primeros capítulos de cualquier libro de texto de Introducción a la
Filosofía- Por lo tanto, la emoción
se anteponía a la razón. La imaginación -no lo olvidemos- hacía el
resto.
La PERSONA de
aquellas épocas (en una gran mayoría) no leía: percibía, comentaba y/o
explicaba. Interpretaba, "a su modo",
todos los acontecimientos que sucedían a su alrededor: tormentas, ventiscas,
guerras, hambrunas, enfermedades,... de la única manera que su pensamiento
precientífico (ante el miedo, la angustia y cualquiera de las fobias que lo
atenazaban) le podía ofrecer: La simbología.
Es menester recordar que la primera forma de lenguaje fue el símbolo.
Las tormentas,
según en la época o zona geográfica en la que nos encontrásemos, era la
furia de Thor, los caprichos de Zeus,
la venganza de Perun o la justicia de
Enlil. Todo lo que no se entendía, o
comprendía, se le dotaba de un carácter mistérico y/o religioso. Todo se le
encontraba acomodo. Se constituía un "pacto"
y el mundo seguía funcionando (Cosmos). En definitiva, el ser humano
necesitaba, y necesita (hoy igual, pero con diferentes lenguajes), dar sentido
a su existencia: el origen de la vida, porque nos tenemos que morir, porque el
universo está establecido de esta forma y no de otra...
Los mitos de ahora son los deportistas de élite y los
llamados VIP. Actualmente (igual que antes) no hace falta leer (literalmente)
sus biografías, sino seguir sus "gestas
y proezas". Los medios de comunicación de masas hacen el resto.
En este tiempo, y en los venideros, no siempre se
podrá aplicar la lógica y la razón. Los sentimientos, la pasión y,
sobre todo, el miedo (a la incertidumbre, a lo desconocido y/o a la
indeterminación) siempre, marcarán
nuestros destinos. Tendremos, una vez más, los símbolos, los mitos y la
imaginación. El "niño"
que, todos, llevamos dentro
nos lo recuerda constantemente.
Santiago Peña
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