domingo, 6 de diciembre de 2015

SOBRE LA FILOSOFÍA PERENNE 2


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En un post anterior describíamos, a modo de introducción, los orígenes y fundamentos de la Filosofía Perenne. En éste, nos vamos a sumergir en la naturaleza y objeto de la misma.

Filosofía Hermética vs Filosofía Perenne

La Filosofía Hermética (o Hermetismo) parte del principio de dualidad: "lo que está arriba es lo que está abajo"; positivo y negativo; bien y mal; masculino y femenino; blanco y negro; yin y yang;... etc. En definitiva: describe un Universo de opuestos y, a la vez, de complementarios. Todo tiene su contrario. Como fin último, y para nada desdeñable, la transmutación y/o regeneración de la PERSONA: muerte y resurrección; nigredo y albedo. Todo ello, a través de una de sus principales disciplinas (la Alquimia), para la obtención de un ser "Superior": el Rebis Alquímico; el Andrógino Perfecto.

No así la Filosofía Perenne, por lo que no es ningún tipo de escuela o corriente de pensamiento. Su fundamento es el Ser, su transcendencia última en la Naturaleza y la fusión con la Divinidad. Por lo que somos la propia Divinidad.

Una Única Verdad; Verdad Eterna

Como Filosofía Verdadera, lo abarca Todo y es la Unidad. Es decir: es la No-Dualidad; por lo tanto: es "Advaita" (doctrina ramificada del Hinduismo, no dualista, que asevera la Unicidad entre el Alma y la Divinidad). Es Atemporal: por lo tanto, no sólo el espacio es un ensueño, sino también el tiempo. Se hace hincapié en que "todo sucede aquí y ahora", pero no motivando el aquí-ahora de una forma fiel, sin espacio y de un modo atemporal; viviendo en el Eterno presente. Es transcultural: abarca diferentes sociedades y/o civilizaciones; manifestándose en todo territorio y época. En síntesis: Es una enseñanza espiritual más allá del tiempo y erigiéndose en expresión directa de lo Eterno (de ahí el término Perenne).

En cuanto a la PERSONA: somos materia (cuerpo), mente y espíritu. Todo uno. Pero, sobre todo, somos Espíritu; mente y cuerpo son simples manifestaciones. Somos trinidad, como representación, pero, Unidad, como Realidad inmanente y transcendente.

La modernidad, como contraposición a la Tradición, forjó la visión del mundo sobre una falsa y aparente dualidad del cuerpo y de la mente; obviando, insolentemente, el Espíritu. Las sombras de nuestra espiritualidad es la psicología; recreando apariencias y falsas realidades de nuestro devenir; redescubriendo nuestra verdadera divinidad. El "culto" al cuerpo es el paradigma de nuestro tiempo; negamos el envejecimiento natural de nuestras existencias y su consecuencia última.

La Filosofía Perenne es una Verdad allende de la razón. Por lo que debemos reconocernos, y reivindicarnos, en la pureza de estas excelsas Virtudes: Humildad, Bondad y Simplicidad. Todas ellas, requisitos básicos para, así, poder reencontrarnos con nuestro "yo" verdadero. Somos Esencia del Ser. Nos somos cuerpo; no somos mente. Somos Espíritu... Solo "Somos Eso".

Somos un conjunto de Valores, anteriormente detallados, Inmutables, Eternos, Únicos, Inmanentes y Transcendente. Por todo ello, debemos evolucionar desde una primera etapa emocional-sensitiva, atravesando (y superando) al intelecto, hasta converger en el Espíritu. Pasando a ser Luz de nosotros mismos. Hemos "despertado" fundiéndonos con la Divinidad. Somos Budas reencarnados; somos la Luz...
Somos COSMOS y espejo del mismo,
Somos gotas de agua impactando en la inmensidad del Mar,
Somos Verdad,
Somos el Ser,
Somos Consciencia,
Somos el sujeto transcendente,
Somos la Luz en el Camino,
Somos Luz en nuestro deambular existencial,
Somos indagadores impenitentes de la Paz,
Somos buscadores irredentos del Amor Universal,
Somos albaceas de la Felicidad,
Somos comunión de religiones,
Somos disolución con la Divinidad,
Somos lo Absoluto,
Somos Eternidad.


Recomiendo la relectura del anterior post: SOBRE LA FILOSOFÍA PERENNE


Santiago Peña

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domingo, 25 de octubre de 2015

¡FILOSOFÍA, SIEMPRE!



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La PERSONA hizo a la Filosofía y la Filosofía hizo a la PERSONA


¿Es necesario cuestionarnos si, la Filosofía, debería seguir siendo una asignatura troncal en el desarrollo de la nueva LOMCE?

Según relataba Pitágoras, en el mundo existen tres tipos diferentes de PERSONAS: Los "buscadores" de gloria y honor, los "buscadores" de poder y riqueza, y los simples "contempladores". Éstos últimos son los llamados Filósofos. Estrictos "buscadores" de la Verdad y por ende del Conocimiento.

Platón sistematizó, de la mano de su Maestro Sócrates, la búsqueda inquebrantable de la Verdad. No hay nada más verdadero que la propia duda de todo lo existente: Platón 1 - Sofistas 0.

En una sociedad/civilización madura (y no enferma) esta pregunta ni nos la plantearíamos. En esta sí (ÉTICA Y LIBERTAD).

 

Debemos entender el mundo, pero, primero, a nosotros mismos. La Filosofía no solamente son las tres famosas sentencias que el Filósofo planteo en algún difuso momento: ¿De dónde venimos? ¿Quiénes somos? Y ¿A dónde vamos?

Filosofía es la búsqueda permanente de la Verdad; es nuestra "búsqueda" como PERSONAS. Es buscar un sentido coherente a nuestras existencias; es el aceptar; el aceptarnos. Es Materia Universal de Estudio; abarca todas las esferas del Saber. La Filosofía es la provocadora; es la liberadora y es la concienciadora de Espíritus.

Filosofía es el Faro Perpetuo; es la Luz... ¡Y pretenden dejarnos ciegos! Ya suficiente hemos tenido que padecer con la pérdida del resto de las Humanidades.

Esta sociedad/civilización (occidental) es corrupta, y deforme, desde su génesis. Este liberalismo, fruto de ingeniería social, nos ha llevado a una deshumanización total, alienante, globalizador, exterminador de ideas y de sociedades contrapuestas. No respeta nada ni a nadie. Las llamadas "sociedades libres" son la antítesis de la Verdad, de la Justicia y de la Libertad. Ensalzan la (llamada) libertad del individuo para poder seguir explotando a sus  semejantes; para acabar con sus creencias, con su individualidad, con su integridad...

El actual sistema educativo (en España y en el resto de países occidentales) es una perfecta herramienta al servicio de la causa. No se pretenden PERSONAS. Se proyectan "esclavos" perfectamente formados: Ingenieros, físicos, comerciales, productores, operarios, dependientes, funcionarios... ¡Pero no PERSONAS!

Cuestionarnos "quiénes somos" y "a donde vamos"... ¿Podemos llegar a ser mejores; superarnos...? Estás preguntas no se encuentran en la agenda de los que rigen nuestros destinos.

Es de vital importancia luchar para poder mantener, por todos los medios posibles, esta Excelsa Disciplina Universal. El Pensamiento Crítico, de la que nos dota la Filosofía, es lo único que es verdaderamente nuestro. ¡Que no nos lo arrebaten!

Los mass media (y, prácticamente, todo lo que nos rodea) están al servicio, exclusivo, de esta falsedad, y engendro diabólico, llamada, eufemísticamente, "sociedad democrática".

Moralmente, estamos obligados a preservar (y a rescatar) Valores Universales que son consustanciales a la PERSONA. El Pensamiento Filosófico, es lo único que nos queda. La civilización occidental, con sus aparentes democracias liberales, es corrupta, liberticida y opresora de ficticios ciudadanos. No abandonemos a la Filosofía, si no la Filosofía nos abandonará a nosotros. "Mátrix" es una "realidad" y la temida Distopía ya es presente.


¡Filosofía, siempre!


Santiago Peña


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sábado, 17 de octubre de 2015

ACERCA DE LA MODERNIDAD


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La Modernidad, se dice que es una cualidad. Es decir: la cualidad de Moderno. ¿Qué entendemos por Moderno? Todo aquello que se desenvuelve en una (deseable) permanente actualidad ("aquello": puede ser desde una prenda de vestir, hasta una teoría científica). La ciencia no transforma: recrea los mimbres de un "falso" progreso. La Modernidad certifica su autoextinción, propia de su imposible perdurabilidad. Todo aquel que persista en vivir en la más actual Modernidad vagará en el laberinto de la Caducidad. No hay nada más anacrónico que intentar coexistir, falsamente, en una incesante Modernidad. Es lo pasajero; es la extinción asegurada en un viaje sin retorno; es el olvido; es lo momentáneo; es lo mediocre; es lo falso y es lo grosero. Son continentes; son embases fugazmente bellos pero, a la vez, efímeros.

Los llamados cambios sociales, destinados a un teórico progreso, son, en realidad, retrógrados (eufemísticamente llamados de la Modernidad); son la descarada contraposición de, lo que llamaríamos, la Cultura de la Tradición. Cualquier obra de arte, arquitectónica, musical, científica, literaria,...etc., pasará de lo perecedero, a lo Clásico si, realmente, ha logrado aportar, a lo largo del tiempo, un verdadero Contenido a la Humanidad. El Continente se degrada; el Contenido perdura. Lo "Antiguo" es lo más actual y, por lo tanto, el tiempo no cuenta. Por lo que transitamos en una permanente Actualidad. En cambio, la Modernidad es el deambular en una insoportable, y trivial, Caducidad.

Dentro de la llamada Perennidad, la Transformación es propio de Espíritus rebeldes, bellos, revolucionarios, íntegros, egregios; artífices de Potencialidades Perpetuas. El nutrirnos de las fuentes más ancestrales nos confiere el Conocimiento más puro del Universo. Discípulos sedientos de Amor; necesitados de Paz; buscadores irredentos del Saber; navegantes de la Eternidad. No existe lo Arcaico. A lo sumo: no poseemos el nexo para poder comprenderlo; las "herramientas" para poder extraer la esencia más pura del Primer Conocimiento. El reconocer a nuestros antepasados nos brindará la clave del Entendimiento y de la Luz.

El Saber Antiguo (o Clásico) no se extingue, motivado por su propia definición. Son referencias y fustes intactos de una Tradición;  que no conoce límites temporales. Permanece inalterado. Prueba de todo ello: El Entender; el Aceptar, es ponerse en la situación del otro; siempre con respeto y, evidente, Humildad.

La Eternidad es el Presente Continuo; es el permanente Conocimiento de la Realidad.

Seamos Virtuosos y seremos Eternos


Santiago Peña


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domingo, 11 de octubre de 2015

ÉTICA Y LIBERTAD


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Siempre que mis actos generen consecuencias positivas para los que me rodean, diremos que la Libertad ejercida es una verdadera Libertad porque, toda ella, es, evidentemente, Ética.

Por lo tanto: la conquista, irrenunciable, de la Libertad (de unos y de otros) es la concreción de un mundo plenamente Ético. La Justicia y la Libertad habrán alcanzado la mayoría de edad de la Humanidad. Todo lo existente se desarrollará en una franca Armonía; la Verdad, en todo su esplendor, se hará plenamente presente. Desde la Metafísica clásica, u ortodoxa, se dice que la Verdad es Dios. Más bien, habría que plantearse, que la Verdad define a la Realidad. Sólo una Verdad; sólo una única Realidad. El mismo Universo (Todo Uno) es la única, e incuestionable, Verdad.

La Sapiencia como culmen de la Virtud. La PERSONA Sabia es Verdaderamente Buena. No hay fortaleza más evidente que la Virtud. La Integridad de la PERSONA como suma de todos los Valores; como síntesis de todo lo que nos hace ser auténticamente Humanos.  

En cambio, ser egoísta, coarta nuestra Libertad. El mal, concebido por actos cortoplacistas, genera nuestra propia falta de Libertad. El mal es la debilidad personificada; es lo incompleto y es la inmadurez del individuo, de la tribu o de toda una sociedad. La violencia es impotencia. Los seres inmaduros son violentos por su innegable debilidad: "Mi mundo" es un mundo limitado, sin perspectiva, ciego, sordo, enano, insensible, imperfecto y, sobre todo, negacionista de la verdadera Realidad. Las falsas realidades, son sólo eso: ilusorias, aparentes y efímeras. No seremos; siendo "carceleros" de nuestras propias subsistencias.

El sentirse, "verdaderamente", libre implica: no atentar contra uno mismo, no agredir al resto de nuestros congéneres y  no destruir el entorno (todo lo que representa la naturaleza). Por lo que el fin último de cualesquiera sociedad/civilización, realmente evolucionada, es el Bien Común de toda existencia pasada (conservación), presente y futura.

No obstante, cuando los infinitos procesos de la vida eclosionan, generan identidades dispares y/o contradictorias. Es el caos que, perfectamente diseñado y propio de su ingénita inmadurez, da a luz engendros; seres grotescos, pero poderosos. Los mismos son capaces de todo tipo de creaciones maravillosas y, a la vez, deleznables y/o monstruosas. A estos resultados no esperados, por formar parte del caos, lo llamaremos "el mal".

Todo ello, nos lleva a la maldad que es la alteración forzada; violentada, de lo inicialmente armónico. Cuando se ejerce la fuerza sobre el mal la consecuencia, pretendidamente no deseada, es más mal. A toda acción de fuerza se produce una reacción igual, o superior, de más fuerza. Es decir: de más maldad. No de fortaleza, si no de más debilidad.

En cambio, el Bien es el resultado (preconcebido, autónomo y maduro) de actos armónicos. Es decir: la natural, y esperada, síntesis del Equilibrio Cósmico.

Por este principal motivo los individuos inductores, o generadores, de actos malignos transitarán en un mar de infinita tortura existencial, agonizando en un océano de incombustible dolor interior y de permanente debilidad. En definitiva: no se aman; no se respetan. En el fondo: se odian; proyectándolo hacia el exterior con salvaje fuerza, en algunos casos, o en movimientos fríos, en otros. "Máquinas" con fecha de caducidad. Todo lo maquinal, por definición, es impersonal, limitado y heredero de todas las imperfecciones humanas. En sus torpes movimientos no conciben la Libertad y no saben que es la Paz. No son honestos con ellos mismos y, por supuesto, con el resto de la Humanidad.

Por consiguiente: el Azar no existe. Simplemente que no conocemos la cadena de acontecimientos provocados por una causa primera. Todo principio tiene su(s) consecuencia(s) que afectará, en mayor o menor medida, a todo lo adyacente...

-Actualmente,  para justificar el asesinato de PERSONAS inocentes en las múltiples guerras que nos asolan, se ha acuñado (eufemísticamente) la siguiente frase: "Daños colaterales". Hablemos con propiedad: crímenes de guerra. Toda guerra es un crimen contra la Humanidad, y es el mal en su máxima expresión-

Seguimos siendo unos "monos con dos pistolas". Peligrosos y autodestructores. La maldad como prueba de nuestra evidente, e insoportable, inmadurez. El género humano es autodestructivo porque en el fondo nos odiamos; nos ignoramos; no nos soportamos y, lo más grave, no nos conocemos. Y consecuencia de todo ello: no nos Respetamos. Lamentablemente no somos muy propicios a emplear, desde la Humildad más absoluta, esta Superior Actitud.

La Libertad como culmen de nuestra anhelada madurez.  En cambio, nuestras sociedades son oscilantes y no lineales en el tiempo. No existe una "cacareada" evolución. Damos un paso y retrocedemos dos. A nivel científico-técnico no lo pongo en duda -¡faltaría más!- Pero,... en el plano del Espíritu, me temo que no...

La civilización occidental fue depositaria de Valores Universales que han sido maltratados, despreciados y  (en el mejor de los casos) desterrados, en pos del utilitarismo, la apariencia, la modernidad, la relatividad (Ética y Moral), la fatuidad, el materialismo, la vacuidad, la vulgaridad, la indolencia y, como recapitulación a todo lo expuesto, a una total irresponsabilidad (las mal llamadas "responsabilidades compartidas" ¿...?). El mal causado no es nominativo y, por lo tanto, "no tiene dueño".

Nos debemos a nosotros mismos. Regenerarnos; cambiar para, efectivamente, cambiar. No cambiar (giro de 360º) para quedarnos igual. Estamos obligados a recuperarnos o, inexorablemente, nos autoextinguiremos. Ética, Moral, Verdad, Razón, Bondad, Solidaridad, Responsabilidad, Integridad y, sobre todo, Dignidad, son Valores Universales que caracterizan al Género Humano. Si no es así, no nos deberíamos calificar como tal. Más bien... unos simples humanoides tecnológicos.

Lo que, verdaderamente, cambiará el mundo no es la perfecta utilización de las máquinas, o el total dominio de las múltiples ciencias, si no la potenciación de la PERSONA: el enriquecimiento espiritual, la plena madurez, la permanente, e incuestionable, utilización de la Verdad y del Sentido Común. Coherencia, Honestidad, Lealtad y Humildad son ramilletes de la Excelsitud. Es decir: Debemos reconquistar la Aristocracia del Espíritu; lo mejor de nosotros mismos.

El Poder Hacer implicará, posiblemente, Felicidad. El Poder positivo, el Poder en mayúsculas, es el Bien; es el Bien Común o el máximo bien posible a toda la comunidad. La Autoridad es el conocimiento enjuiciado; es Integridad. En definitiva: es el Saber, expresamente reconocido, es Sapiencia y es Virtud.

La total desnudez hace a la PERSONA. Lo demás: artificio, angustia y frustración. Nacimos desnudos y desnudos nos iremos. Nada seremos por mucho que tengamos. La Libertad no es tener; la Libertad es la Potencia (o capacidad) de Poder Ser. La Ética induce, invariablemente, a la Libertad. El no depender del Tener libera: "nada tengo"; luego soy "dueño" de mí Potencia para Poder Ser. El Poder Ser lo que uno quiera Ser, respetando a los demás, se llamará Libertad. Conforme más seamos (el Poder Ser uno mismo), más libres nos sentiremos.

No hay mayor camino hacia la Libertad que el Poder Ser


Santiago Peña


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sábado, 22 de agosto de 2015

VACÍO Y PLENITUD


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La fe en "algo" es consustancial a la esencia misma del pensamiento humano. Y resultado de un claro, y evidente, Vacío existencial el hombre hizo a Dios. Las religiones son su consecuencia. Por este principal motivo, posiblemente, el hecho religioso precedió a la reflexión filosófica...

A esa divinidad, necesariamente creada a imagen y semejanza nuestra, se la inviste de aquellos "superpoderes" que la misma humanidad carece, como son: la inmortalidad, la omnisciencia, la benevolencia, la omnipotencia,... etc. Es decir: de todas aquellas propiedades que el género humano, por su propia constitución finita, jamás podrá llegar a poseer.

Gracias a esta "magia antropológica" (imaginación infinita, idealización, frustración y un anhelo irresistible de protección): creemos, porque queremos creer; deseamos creer; necesitamos creer. Creer en nosotros mismos; en un Ente (que no sabemos lo que es) superior a nosotros. En una Entidad Cósmica que nos supera, que nos traspasa, que nos inunda, que nos arrebata... pero que, a la vez, nos "protege", nos "consuela", nos brinda la fuerza que necesitamos en momentos de cruda e intensa debilidad. Ante todo esto, Dios es la réplica a nuestras exclamaciones; ante el sufrimiento. Esa fuerza está ahí; nos es propia (esotérica); nace de nuestro interior más profundo... pero la gran mayoría desconoce... desconoce porque "no se conoce"... ¡porque no nos conocemos!

En nuestro albor, producto de una primigenia (e inmadura) transcendencia, fuimos "creadores" y, a su vez, nos dejamos poseer (seducir) por el "fruto de nuestra propia creación". Ese "Ser" se hizo dueño del devenir de todo el Universo; usurpando, desde ese inmemorial instante y para siempre, las riendas de nuestros destinos... El "Hijo", habiendo tomado conciencia de su infinito poder, nos arrebató la memoria de nuestra "paternidad", de nuestra "Edad Dorada"...  Fuimos testigos de la pérdida de nuestra inocencia; descubrimos, súbitamente, un deseo irrefrenable de adquirir Conocimiento… ¡Y así seguimos!
 

Somos Consciencia y somos la propia Divinidad

Dios es la síntesis de las potencialidades humanas. Dios es la Perfección substanciada en la que se proyecta la humanidad. Vacío es lo que siente la especie humana; Plenitud es lo que nos tramite Dios.

A partir de ese "desconocimiento"... La PERSONA, en graves momentos de crisis y de extraordinario dolor, se reactiva. Se reaviva gracias una "fuerza misteriosa" que muchos la llaman "divinidad" y otros tantos "Fuerza de Espíritu". Por todo ello, creyentes, como no creyentes, necesitamos de un "dios personal". Para unos será "el revelado" y para los demás será "el interior" (nuestro Daemon socrático).

Soy de la opinión que, incluso los que se autotitulan agnósticos (ateístas axiológicos), son practicantes de su "particular religión". Honestamente creo que, todos (de una manera u otra), somos portadores de una única (y "verdadera") religión: "la nuestra". Por lo que diríamos (y sin incurrir en una falacia): que existen tantas religiones como seres humanos en el mundo.

Por lo tanto: no se puede ser ateo de uno mismo. Se asume, a menudo, que las PERSONAS que se autodefinen como ateas son irreverentes e incrédulas (librepensadoras). Por todo ello, desde las religiones oficialistas (principalmente abrahmánicas), rebaten la "presencia" de una divinidad particular (endógena). Sostienen, y se reafirman, que debemos seguir estando subyugados -como deudores perpetuos de su infinita bondad- a la voluntad arbitraria de ese Dios... De ese mismo Dios que nada hace por nosotros,... ¡porque, por nosotros, nada hacemos!


¿Se puede vivir espiritualmente sin la necesidad de creer en un dios?

De alguna manera es viable especular sobre una praxis espiritual; no estando taxativamente subordinada a lo que entenderíamos por una religión instituida y sin menoscabo de seguir manteniendo los cánones (o no) de una cierta tradición. La Mística Filosófica es una clara muestra de otros posibles caminos para poder llegar a las más altas cumbres de la espiritualidad. Y la Música, una fiel compañera de viaje.  

También, a través de nuestra cotidianidad, existe una parte importante de mujeres y hombres, que se sienten atraídos por un "sentido de la trascendencia" que, en muchos casos, se vivirá, por ejemplo, a través de la  experiencia artística, algunos como creadores (emisores y receptores al unísono); otros como simples observadores (receptores). Cuando nos sentimos transcender al contemplar la belleza de una obra de arte, propia o ajena, lo llamaremos: "ponernos en contacto con la Consciencia Cósmica" (los otros dirán: "ponernos en contacto con la Divinidad"). Sin más nos unimos a ella; vivimos plenamente el hecho místico. Se puede llegar a sentir una fuerza (o atracción) mística siendo no creyentes. Es decir: no reconocer un Dios y por ende no estar al amparo de ninguna religión.

En conclusión: La Espiritualidad es la respuesta a un manifiesto, e inequívoco, deseo de emancipación del ser.

Debemos recuperar nuestra Esencia, revelarnos -¡decididamente!- sin miedos, sin titubeos. Dios existirá siempre que se quiera que exista. Muchos lo necesitan: les es más cómodo. Otros ya gozan de su propio Espíritu; verdadero poder de la PERSONA.


Santiago Peña


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