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Siempre
que mis actos generen consecuencias positivas para los que me rodean, diremos
que la Libertad ejercida es una
verdadera Libertad porque, toda
ella, es, evidentemente, Ética.
Por
lo tanto: la conquista, irrenunciable, de la Libertad
(de unos y de otros) es la concreción de un mundo plenamente Ético. La Justicia y la Libertad
habrán alcanzado la mayoría de edad de la Humanidad.
Todo lo existente se desarrollará en una franca Armonía; la Verdad, en
todo su esplendor, se hará plenamente presente. Desde la Metafísica clásica, u ortodoxa, se dice que la Verdad es Dios. Más
bien, habría que plantearse, que la Verdad
define a la Realidad. Sólo una Verdad; sólo una única Realidad. El mismo Universo (Todo Uno) es la única, e incuestionable, Verdad.
La Sapiencia como culmen de la Virtud. La PERSONA Sabia es Verdaderamente
Buena. No hay fortaleza más evidente que la Virtud. La Integridad de
la PERSONA como suma de todos los Valores; como síntesis de todo lo que
nos hace ser auténticamente Humanos.
En
cambio, ser egoísta, coarta nuestra Libertad.
El mal, concebido por actos cortoplacistas, genera nuestra propia falta de Libertad. El mal es la debilidad
personificada; es lo incompleto y es la inmadurez del individuo, de la tribu o
de toda una sociedad. La violencia es impotencia. Los seres inmaduros son
violentos por su innegable debilidad: "Mi
mundo" es un mundo limitado, sin perspectiva, ciego, sordo, enano, insensible,
imperfecto y, sobre todo, negacionista de la verdadera Realidad. Las falsas realidades, son sólo
eso: ilusorias, aparentes y efímeras. No seremos; siendo "carceleros" de nuestras propias subsistencias.
El
sentirse, "verdaderamente",
libre implica: no atentar contra uno mismo, no agredir al resto de nuestros
congéneres y no destruir el entorno
(todo lo que representa la naturaleza). Por lo que el fin último de cualesquiera
sociedad/civilización, realmente evolucionada, es el Bien Común de toda existencia pasada (conservación), presente y
futura.
No
obstante, cuando los infinitos procesos de la vida eclosionan, generan
identidades dispares y/o contradictorias. Es el caos que, perfectamente
diseñado y propio de su ingénita inmadurez, da a luz engendros; seres
grotescos, pero poderosos. Los mismos son capaces de todo tipo de creaciones
maravillosas y, a la vez, deleznables y/o monstruosas. A estos resultados no
esperados, por formar parte del caos, lo llamaremos "el mal".
Todo
ello, nos lleva a la maldad que es la alteración forzada; violentada, de lo
inicialmente armónico. Cuando se ejerce la fuerza sobre el mal la consecuencia,
pretendidamente no deseada, es más mal. A toda acción de fuerza se produce una
reacción igual, o superior, de más fuerza. Es decir: de más maldad. No de
fortaleza, si no de más debilidad.
En
cambio, el Bien es el resultado
(preconcebido, autónomo y maduro) de actos armónicos. Es decir: la natural, y
esperada, síntesis del Equilibrio Cósmico.
Por
este principal motivo los individuos inductores, o generadores, de actos
malignos transitarán en un mar de infinita tortura existencial, agonizando en
un océano de incombustible dolor interior y de permanente debilidad. En
definitiva: no se aman; no se respetan. En el fondo: se odian; proyectándolo
hacia el exterior con salvaje fuerza, en algunos casos, o en movimientos fríos,
en otros. "Máquinas" con
fecha de caducidad. Todo lo maquinal, por definición, es impersonal, limitado y
heredero de todas las imperfecciones humanas. En sus torpes movimientos no conciben
la Libertad y no saben que es la Paz. No son honestos con ellos mismos
y, por supuesto, con el resto de la Humanidad.
Por consiguiente:
el Azar no existe. Simplemente que
no conocemos la cadena de acontecimientos provocados por una causa primera. Todo
principio tiene su(s) consecuencia(s) que afectará, en mayor o menor medida, a
todo lo adyacente...
-Actualmente, para justificar el asesinato de PERSONAS inocentes en las múltiples
guerras que nos asolan, se ha acuñado (eufemísticamente) la siguiente frase: "Daños colaterales". Hablemos con
propiedad: crímenes de guerra. Toda guerra es un crimen contra la Humanidad, y es el mal en su máxima
expresión-
Seguimos
siendo unos "monos con dos pistolas".
Peligrosos y autodestructores. La maldad como prueba de nuestra evidente, e insoportable,
inmadurez. El género humano es autodestructivo porque en el fondo nos odiamos; nos
ignoramos; no nos soportamos y, lo más grave, no nos conocemos. Y consecuencia
de todo ello: no nos Respetamos. Lamentablemente no somos muy propicios a
emplear, desde la Humildad más
absoluta, esta Superior Actitud.
La Libertad como culmen de nuestra
anhelada madurez. En cambio, nuestras
sociedades son oscilantes y no lineales en el tiempo. No existe una "cacareada" evolución. Damos un paso
y retrocedemos dos. A nivel científico-técnico no lo pongo en duda -¡faltaría
más!- Pero,... en el plano del Espíritu,
me temo que no...
La civilización
occidental fue depositaria de Valores Universales
que han sido maltratados, despreciados y
(en el mejor de los casos) desterrados, en pos del utilitarismo, la apariencia,
la modernidad, la relatividad (Ética y Moral), la fatuidad, el materialismo, la
vacuidad, la vulgaridad, la indolencia y, como recapitulación a todo lo
expuesto, a una total irresponsabilidad (las mal llamadas "responsabilidades compartidas"
¿...?). El mal causado no es nominativo y, por lo tanto, "no tiene dueño".
Nos
debemos a nosotros mismos. Regenerarnos; cambiar para, efectivamente, cambiar.
No cambiar (giro de 360º) para quedarnos igual. Estamos obligados a
recuperarnos o, inexorablemente, nos autoextinguiremos. Ética, Moral, Verdad, Razón, Bondad, Solidaridad, Responsabilidad, Integridad y, sobre todo, Dignidad, son Valores
Universales que caracterizan al Género
Humano. Si no es así, no nos deberíamos calificar como tal. Más bien...
unos simples humanoides tecnológicos.
Lo
que, verdaderamente, cambiará el mundo no es la perfecta utilización de las
máquinas, o el total dominio de las múltiples ciencias, si no la potenciación
de la PERSONA: el enriquecimiento
espiritual, la plena madurez, la permanente, e incuestionable, utilización de
la Verdad y del Sentido Común. Coherencia,
Honestidad, Lealtad y Humildad son
ramilletes de la Excelsitud. Es
decir: Debemos reconquistar la Aristocracia del Espíritu; lo mejor
de nosotros mismos.
El Poder Hacer implicará, posiblemente, Felicidad. El Poder positivo, el Poder
en mayúsculas, es el Bien; es el Bien Común o el máximo bien posible a
toda la comunidad. La Autoridad es
el conocimiento enjuiciado; es Integridad.
En definitiva: es el Saber,
expresamente reconocido, es Sapiencia
y es Virtud.
La
total desnudez hace a la PERSONA. Lo
demás: artificio, angustia y frustración. Nacimos desnudos y desnudos nos
iremos. Nada seremos por mucho que tengamos. La Libertad no es tener; la Libertad es la Potencia (o capacidad) de
Poder Ser. La Ética induce,
invariablemente, a la Libertad. El
no depender del Tener libera: "nada
tengo"; luego soy "dueño" de mí Potencia para Poder Ser. El Poder Ser lo que uno quiera Ser, respetando a los demás, se llamará
Libertad. Conforme más seamos (el Poder Ser uno mismo), más libres nos sentiremos.
No hay mayor camino hacia la Libertad que el Poder Ser
Santiago
Peña
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