sábado, 28 de mayo de 2011

SOBRE LA LIBERTAD

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La libertad es una entelequia, un deseo. Se podría decir que se tiende hacia la libertad en cuanto que se es libre dentro de unos límites circunstanciales que la envuelven.


No elegimos cuando queremos nacer ni cuando queremos morir. Nunca hemos sido portadores de la plena libertad, sí de una potencial libertad. El pensamiento sí nos confiere esa posibilidad: ¡Pensar es libertad!



¿Qué se entiende por libertad?


Se podría interpretar como la potestad natural que tiene la persona de realizar un hecho de una forma u otra (o no), por lo que es garante de ese mismo hecho.


Desde la ética se podría destacar que, la libertad, es inherente a la persona, es fundamento originario del hombre y basado en la autoconciencia y la responsabilidad moral. Por lo tanto, el individuo, no puede delegar su propia libertad/compromiso a ningún otro y, por esta atribución, la libertad, desde una óptica antropológica, no es posible eliminarla ni contradecirla. Todos los actos humanos predisponen a la libertad para poder ser moralmente atribuibles.


Desde una visión metafísica, la libertad se fundamenta en el Ser.


Partiendo del concepto de libertad para la acción (libertad positiva), es aquella que se entiende de “poder realizar” (sin limitaciones físicas ni temporales).


Por lo tanto, se infiere de que sí se puede realizar: “yo soy consciente de mi propia existencia y yo, y nadie más que yo, decido sobre la acciones a seguir”.


Con la libertad se alcanza la máxima plenitud como persona, es decir: la dignidad y por ende la grandeza porque ejerce la soberanía de sus actos.



A la libertad, se le anteponen fuerzas claramente antagónicas:


-El poder, opresión que ejercen los unos (personas, entidades o Estados) sobre los otros.

-La realidad limitadora, ya descrita con anterioridad.

-Y el “no pensar”, déficit de actitudes críticas.



Y, a su vez la libertad, tiene aliadas que la sustentan, apoyan y la dotan del poder para la acción.


Contaría con dos elementos propios, únicos y exclusivos de la persona:


-El intelecto, como forma de adquirir una conciencia crítica; un ejemplo al uso lo tendríamos en los llamados “libres pensadores”.

-Y la espiritualidad, como forma pura de reivindicar nuestro Yo. En este último punto, el alma se “legitima”, se le otorga de una carta de naturaleza ficticia o real (en este artículo no será motivo de discusión) y se le confiere a la persona identidad.


Como detalle digno de mención, tanto la libertad como el alma, son dos conceptos ontológicos que denotan: voluntad y movimiento del Ser. Por lo que convergen en un mismo fin: la voluntad de moverse.



Como principios rectores, el hombre en su plena autonomía, aplicará:


-La capacidad de actuar en consonancia con el sentido común.

-La capacidad de actuar en consonancia con su esencia.

-Y la capacidad de actuar en consonancia con valores universales, como la verdad y el bien común.



A modo de conclusión


La libertad no es un regalo, se (re)conquista a través del movimiento permanentemente. Pensamiento y/o acción: libertad.



Santiago Peña


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