domingo, 31 de enero de 2016

REFLEXIONES ACERCA DE LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL (AI)



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Cuando una máquina esté capacitada para poder crear arte, posiblemente, diremos que es inteligente. La generación espontanea de aleatoriedad (emociones y contrariedades, que se dan en el día a día, en los humanos) con el fin de provocar sentimientos y/o sensaciones de placer (o de rechazo), será causa principal de creatividad artística. Por lo que, el arte, es la puesta en práctica de creatividad ilógica y transcendente.

El robot que sea capaz de sintetizar todos estos factores (aleatoriedad, autoconsciencia y capacidad de transcender), se podrá decir, sin lugar a dudas, que es poseedor de una incuestionable inteligencia. El resto de las variables clásicas de la computación (como un elemento más, pero no determinante) se dan por hecho que, tanto  a nivel de hardware como de software, estarán, escrupulosamente, implementadas.

Por lo tanto: estas máquinas deberán estar preparadas para poder autoreconectarse neuronalmente, en tiempo real, e ir reconfigurando, permanentemente, la forma de interaccionar con el entorno. En síntesis: actuaran de forma autónoma y en contra del determinismo (secuencias lógicas y linéales). El libre albedrio, patrimonio del ser humano, lo habrán "conquistado". Las máquinas serán conscientes de su "libertad", como palomas volando en el cielo. De igual manera, serán capaces de generar odio y amor indistintamente,... "Las ovejas eléctricas", por fin, soñarán...

Por todo ello, y bajo estas premisas, la "Ley cero" y, subsidiariamente, "Las tres Leyes de la Robótica", de Isaac Asimov, serán difícilmente aplicables. El arte (aleatoriedad) y el mal están estrechamente entroncados. Siempre han existido, a lo largo de la historia, grandes artistas, o amantes del arte, que, a su vez, han sido psicópatas y por ende generadores del mal.

Habremos creado un "Adapa". En consecuencia: habrá que socializarlo y humanizarlo. La "humanización" de las máquinas será regla de obligado cumplimiento por el bien (egoísta) de la propia humanidad. Ser más humanas que los propios humanos. No convirtamos monstruos, si no máquinas "pseudoperfectas".  En definitiva: mejores que nosotros. Si no ¿qué sentido tendría en diseñarlas y producirlas?

El sistema (conjunto de células, viablemente, estructuradas) forma al individuo. ¡Fundemos al ser! Con estas dos afirmaciones ¿llegaremos, algún día, a conocer robots místicos? Se está en el camino de desarrollar computadoras cuánticas; es posible que, ésta, sea la vía decisiva para la obtención de Inteligencia Artificial.


Santiago Peña


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