sábado, 13 de noviembre de 2021

¿CÓMO SABER QUE SE ESTÁ EN EL CAMINO?

  

*       *       *

 

Vivir en una permanente coherencia

 

El saber quién somos, qué hacemos y adónde pretendemos ir, nos dota de una vivencia coherente y, netamente, positiva.

No es cuestión de transitar en una permanente rebeldía y demostrar que se es un nostálgico de épocas pretéritas, supuestamente más “sanas”, humanas, espirituales y sencillas, pero ricas. Ricas de Sapiencia y Virtud. No de virtudes políticas, si no comunales. Desde tu yo más íntimo hasta más allá de tu entorno social.

 

Alma y Cuerpo

 

El Alma, como lo Absoluto o Verdadero;

El Cuerpo, como lo Relativo o Falso

 

 ¿Qué entendemos por Alma?

 Es la Esencia del ser o ente. No es necesario una cascara o cuerpo sustentador.

 

¿Qué entendemos por Cuerpo?

 Es la envolvente provisional, o transitoria; portadora del Alma.

 

¿Qué entendemos por Vida?

La Vida es la transición (o el aparente movimiento en un tiempo determinado) de un ser u objeto, desde su nacimiento hasta su extinción.

 

¿Qué entendemos por Nacimiento?

Es el paso de la transitoriedad, desde la aparente inexistencia, pasando por la conformación de un nuevo ser o en el caso de una posible transmigración a la restitución del mismo ser en otro cuerpo evolucionado o involucionado. Dependiendo de los hechos sucedidos (positivos o negativos) en una “Vida anterior”.

 

¿Qué entendemos por Muerte?

Es el paso inverso, dentro de la misma transitoriedad. 

 

El Sacrificio del Cuerpo como búsqueda permanente de la Verdad

El Sacrificio, como ruta hacia la Felicidad, nos induce a estados de quietud espiritual en un movimiento permanente del ser. El fin no es el fin si no el camino en sí. Por lo que, todo aparente final, es la continuidad en el más allá. De norte a sur y de este a oeste. No hay final. La Paz surge de la Verdad; la guerra de la falsedad. Por lo que no puede existir la Paz si no se vive en la Verdad.

 

El Cuerpo considerado como el Templo del Espíritu

El Cuerpo como una Verdad en sí misma, el reflejo de una voluntad de acero templado al sol. La PERSONA que cultiva su Cuerpo, al igual que su Espíritu, entiende la vida como un camino entre la academia y el gimnasio, una dualidad recíprocamente necesaria, teoría y praxis, a fin de que el verbo no se ablande, y corrompa la Realidad, y que la fuerza bruta no asfixie el genio que parte del conocimiento. De esta bella, y excelsa, forma el pensamiento se convierte en una defensa que asegura la pureza del Cuerpo y, por ende, de su Espíritu.

La Harmonía de la PERSONA resulta del perfecto equilibro entre la agilidad física y la agilidad mental.

Es por ello que, todo rasgo de Sabiduría, tiene que morar en el equilibro que nos proyecta la Paz. La Paz, ese ansiado estado de quietud, coherencia vivencial y, por proyección, de Bondad.

 

¿Qué entendemos por Belleza?

La Belleza, como confirmación de Bondad, Paz, Sapiencia y de Excelencia Espiritual. Es por ello que, una pretendida “belleza” impuesta por la modernidad (desde la vulgaridad o tosquedad), no puede producir placer y, menos, Paz Espiritual. A lo sumo: rechazo y malestar. Por tanto, si queremos seguir estando en el Camino, no olvidemos de seguir la senda de la Verdadera Belleza y, con ella, todo lo demás.   

 

Santiago Peña

 

*       *       *

 

lunes, 1 de noviembre de 2021

UN OTOÑO CUALQUIERA

 

*      *      *

 

Hoy, día 1 de noviembre de 2021, otoño tardío; Día de Todos los Santos, lluvioso, pero exiguo. Mañana, día 2, Día de los Fieles Difuntos: Almas huérfanas, Almas viajeras de cuerpos extintos. El recuerdo eterno de seres amados es propio de humanos y bien nacidos. El Difunto es un peregrino que llegó, estuvo y se fue. Se fue, para reunirse con el Altísimo. Ese Altísimo que todo lo abraza, todo lo sublima y todo lo ensalza. Pero, su Alma liberada de cuerpo fallecido, espera su ansiado reencuentro con sus seres queridos. ¡Aquellos que abandonó en un “ataque” de realidad y suspiro! Todo recuerdo implica una presencia instantánea y sin fecha para el Olvido.      

 

El redescubrimiento se produjo, se ha producido, se produce y se producirá ¡Desde el más allá; hasta la mismísima Eternidad!

 

EL primer Albor, antes del espacio y del tiempo, emanó desde las oquedades más profundas de un Pensamiento Superior. No existía la nada, porque la nada no puede existir -¡ni existirá!- El Oculto surgió desde el pozo más recóndito, custodio de un Conocimiento Infinito. Por lo que, “El Oculto”, es el primer apellido del Conocimiento Absoluto. Todo se sabe; nada se ha descubierto. Pero, en cambio, nada sabemos. El Cosmos, como hijo aventajado de la Originaria Existencia, es inconmensurable. No tiene hermanos, pero, sí, posee infinitos mundos. Mundos diminutos y otros inabarcables, desde el Primer Pensamiento hasta El Último.

 

El Conocimiento de las Cosas está “escondido” pero, siempre ha estado, está y estará. Fruto de este evidente motivo: “nada sabemos, porque nada encontramos”. La Luz y el Conocimiento, lo mismo son. El vacío es la desnudez y la ignorancia que sienten aprendices y testigos. Testigos de un mundo que no comprenden, ni entienden, pero que es dueño de un sinfín de destinos. Fuimos engendrados desde la unidad, en la que está guardada la Totalidad del Conocimiento. El Conocimiento fraccionado ya no es Conocimiento, si no sombras del mismo. El vivir en la penumbra nos recuerda el Conocimiento Perdido. Estudiamos como forma de recuperar algo que ya habíamos poseído -¡Esta sensación siempre la he percibido!-.

 

¿Qué tendrá que ver Platón con lo que he dicho? ¡Su invocada “Teoría de la Reminiscencia” tiene mucho de culpa, ante tanto despropósito!     

 

En algunos instantes no me encuentro y no me considero en un estado de ocasional extravío. El mundo es receptor de la cáscara del Olvido. Nadie sabe quién es el que nos “regaló” la Vida. No, nuestra anémica vida. Si no, la Primigenia Vida: aquella que eclosionó y se depositó en un orbe inconcluso, volcánico y difuso.

 

Todo somos hacedores de mundos perfectos. ¿Cómo es posible que seres imperfectos, desde el pensamiento, sean capaces de engendrar mundos, maravillosamente, perfectos?    

 

La Vida es una fracción de tiempo con fecha a término. Y… ¿después, qué vendrá? Ningún mortal lo sabe porque nadie podrá dar fe de lo acaecido.
 

¡Dios del firmamento, que encarnas la unidad, ayúdanos a surcar los océanos de la infinitud! ¡De una Eternidad, sin espacio, sin tiempo… pero, con Todo el Conocimiento y con Toda la Luz! Por todo ello, el Conocimiento no abarca ni espacio ni tiempo: ¡Está! Y la Luz no abarca ni espacio ni tiempo: ¡Está!

 

La inexistencia es el vacío confirmado. En el algún momento, de nuestras infinitesimales, y humanas, vidas, habremos dejado de existir para el Supremo Hacedor… ¿Se habrá dado cuenta de nuestra minúscula presencia; habrá reparado en nuestro raquítico deambular? ¿Qué somos, realmente, ante la imperecedera presencia de un Universo Perpetuo? Prácticamente… ¡nada!

 

¿Y el Olvido, qué es el Olvido? El Olvido es la prueba fehaciente de una Luz huérfana y solitaria; y es una multitud, ya inexistente, frente un Conocimiento en desamparo, pero entero y unido.

 

 ¡Qué tristeza y qué dolor!

No somos, realmente, nada ante la majestuosidad de un Universo que es Todo Conocimiento y Toda Luz.

¡Qué alegría y qué resplandor!

El Cosmos es la Plenitud de la Existencia, del Conocimiento y de la Luz.

 

 

Santiago Peña

 

 

*      *      *