miércoles, 1 de enero de 2014

SOBRE LA VERDAD


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La Verdad es lo Existente


El concepto de Verdad es la base fundamentadora de la propia Filosofía ¿Cómo se sabe si algo es cierto? ¿Qué es la Verdad? Posiblemente, en el devenir de la humanidad (y de todo lo circundante), la Verdad tiene, ha tenido y tendrá, un destino de persistencia y reafirmación de la Vida.


Proliferan infinitas mentiras pero solo existe una única Verdad

Las mentiras se difunden; las Verdades se ocultan. Las mentiras son “hijas bastardas”, e inexistentes, de la Verdad.

Las cosas son Verdaderas cuando son «íntegras»; fieles porque cumplen lo que dicen y, sobre todo, porque no varían en el tiempo. Por lo que, la Verdad, es la suma de hechos coherentes; dando lugar a la confirmación de un Todo único, inmutable y transcendente.

Preciso no errar al decidir si una seta es tóxica o no. Me exijo el no equivocarme al decidir si amo a una PERSONA o si, esa misma PERSONA, me ama “Verdaderamente”. La Verdad es una propiedad de nuestras reflexiones y discernimientos. Aparentemente la cuestión no suscita un insalvable “quebradero de cabeza”. Es Verdadera la aseveración que se acomoda a la realidad. “En este momento es de noche” es Verdad, si salgo a la calle y observo que es de noche. Pero la trama, irremediablemente, se trastoca; por este motivo multitud de PERSONAS repiten la célebre pregunta de Poncio Pilatos, magistrado de Judea, que dirigió al nazareno: “¿La Verdad; qué es la Verdad?”. Si alguien exclama “¡el aborto es un crimen!” y otra, “¡el aborto es un derecho de la mujer!”, ¿cómo sé cuál de estas dos aseveraciones es cierta? Si una PERSONA dogmatiza y otra niega la existencia de Dios, ¿cómo puedo resolver por una u otra sentencia?


La Verdad es Conocimiento

Vayámonos a los orígenes del pensamiento filosófico. He de convenir como Verídico todo aquello que se me brinda a una vivencia positiva, o a la reflexión, como indiscutible. “Lo que estoy escuchando, lo estoy escuchando”. Pero esta primera enunciación debe contrastarse con otra. “Lo que escucho con diáfana claridad puede ser censurado por una demostración más sólida”. Esto no es un contrasentido. Si se observa, sutilmente, el cielo nocturno, aceptaremos en decir que la Luna se mueve. Sale por el oeste y se pone por el este. Esta es una incontestable demostración puramente visual. Y, sin embargo, sabemos que no es exactamente así, sino que nosotros, junto con ella, también nos movemos. Esta convicción, que emana de rigurosas (y científicas) observaciones astronómicas, posee más fortaleza que la que nos aporta una simple contemplación sensorial.

Cuando padecemos la desagradable vivencia de lo incorrecto, de que hemos “errado el tiro”, tomamos conocimiento de que una certeza más sólida invalida la anterior. Esto hecho nos exige en tomar una determinación de un modo más preciso. La Verdad, desde la pura abstracción, es la conciliación de mi potencia mental con la realidad. Pero, desde lo concreto, la Verdad es la enunciación que posee un mayor grado de aprobación, de confirmación.

Por lo tanto, todo aquello que podamos demostrar como Verdad, estaremos confirmando su Validez. Las opiniones… solo son opiniones.


La Esencia de la Libertad es la Verdad

La Verdad como interpretación exclusiva, y única, de la realidad. Si es así podríamos decir, y sin temor a equivocarnos, que la esencia misma de la realidad define a la Verdad. Por lo que, cuando se vive en la Verdad, se está en el camino de alcanzar la Libertad.

Somos libres cuando disfrutamos plenamente del conocimiento de la realidad.



Santiago Peña


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