lunes, 29 de diciembre de 2014

SOBRE LA REBELDÍA DEL SER


* * *


En el acontecer de la Humanidad fluyen dos "obsesiones" intrínsecas a la propia constitución de la PERSONA: Una utópica obtención de Eternidad y una más que plausible Perfección de la PERSONA. Sobre estas quiméricas metas algunos, seriamente (Éticamente), se las plantean y otros no...

¡Durmientes moribundos, despertad!


Acerca de la Eternidad


Ante esta primera "frustración", de carácter marcadamente existencial, nos rebelemos: Nuestra "desobediencia", ante la muerte, es el Recuerdo. Si no fuéramos conscientes de nuestro final no nos estaríamos reinventando como necesidad. Entonces: ¿Qué es el Recuerdo? Un revivir; un bucle temporal; el "Eterno Retorno"; el querer vivir; el querer hacer; un deseo irrefrenable de creatividad; una permanente insubordinación a nuestra inexorable fatalidad... Somos parte de la Creación y somos Creación. En cambio, los seres inmortales no precisan reinventarse... Pues viven en la Eternidad... Son Perfección... ¡simplemente están!

-¿Será qué Perfección es sinónimo de Eternidad?-

A muchos nos atrae la idea, y la esperanza, de poder alcanzar la Perennidad de nuestras existencias. Por supuesto, todo deseo queda aquí. No obstante, tenemos un anhelo (no disimulado) de investigar, meditar e intentar buscar sentido a una Vida vacía (la mayor parte de las veces), inútil, automatizada, inercial, loca, sin ritmo (no hay música; es todo ruido), incoherente, contradictoria, esquizofrénica… ¡sin Paz! La muerte, nuestra muerte, la muerte de los demás, implica cambios profundos. Todo es cambiante; todo es un fluir pero, en esencia, todo permanece.

 Todo cambio es permanencia. Nada desaparece; todo se transforma

La Nada, como concepto, es la pura contradicción; no es y no puede ser. Por lo tanto: Todo existe en sus múltiples representaciones. Todo lo existente puede o debería llegar a poder mutarse pero, jamás, podrá llegar a desaparecer. La Metafísica, lo llamará Ser, o Conciencia Cósmica.

Pero ¿qué es el Ser? En sus infinitas representaciones, es lo increado, es Autoconciencia, es la voluntad misma de Ser, es la Automanifestación permanente. Por todo ello: Nada hay fuera del Ser.

Este paradigma de carácter universal se aplica, invariablemente, a todos los posibles Estados del Ser (energía, materia, energía oscura, plasma, materia oscura o, simplemente, espíritu).


Acerca de la perfección de la PERSONA


Sobre esta segunda meta, la Perfección (su evidente relación con la Eternidad) y su inmediata consecuencia: la Excelencia (Honestidad, Voluntariedad, Esfuerzo, Responsabilidad, Constancia, Respeto, Ética, Verdad, Justicia, Honor, Probidad, Rectitud, Empatía, Autodisciplina, Educación...). ¡Hasta que no recuperemos este conjunto de Valores, la Excelencia seguirá siendo (sobre todo, dentro del entorno empresarial) un vocablo de moda pero nulamente aplicado en nuestro quehacer existencial!

En cambio, el "Perfeccionismo" (el deseo honesto de Perfección en las cosas) no es una moda ni una obsesión: es una obligación. La Excelencia en el trabajo, en las relaciones personales, en la sociedad… tiene que ser el santo y seña de la PERSONA de verdad, completa -¡no perfecta!-.

El relativismo, fruto de la postmodernidad, gangrena de la civilización/sociedad occidental actual: No "todo vale; no "todo está bien". Los mal llamados, y denostados, "Perfeccionistas" son seres imperfectos con el compromiso Ético de dejar de serlo. Es el Camino y una elección. No pretenden ser referencia de nada; ¡a lo sumo de sí mismos!

El "Perfeccionista" no es un escudriñador testarudo de la Perfección. La misma es, intrínsecamente, imposible. Lo que, realmente, inquiere es la Excelencia, en mayúsculas. Es decir: la búsqueda tenaz, e íntegra, del trabajo primorosamente elaborado.

La Belleza no es Perfección. Lo realmente Bello es la Armonía de las cosas y no su supuesta, e imposible, Perfección

Ante esta pertinaz evidencia, la Humanidad es imperfecta porque el Mundo es imperfecto. Nuestra obligación, como mínimo, es el intentar ser mejores ¡no perfectos!

A pesar de los innumerables esfuerzos del género humano, y fruto de una clara incompetencia existencial, somos gregarios. Prueba de esta innegable verdad, ¿deberíamos adquirir conocimiento? Por un principio Ético Universal convendríamos en aspirar a la Verdad y al Conocimiento Armónico del Universo. Por lo que deberíamos tender a ello y percibir que esta insuficiencia, y el cumplimiento de las mismas, tienen una sagrada obligación superior a nuestra Vida perecedera. No obstante, esta insigne voluntad de adquirir conocimiento, con una más que evidente aspiración moral, debería venir acompañada por la pureza de la intención en sí misma.

El Conocimiento debería ser Universal, como la Paz, el Amor, la Justicia y la Libertad. Todo ello sintetizado en una única, e incontestable, Verdad.

Todo este brote de Existencialismo Lineal tiene un porqué, me explico: Los mitos y leyendas, sobre la persistencia de los dioses, tienen una clara negación de nuestra propia, e irremediable, Mortalidad. La negamos; nos resistimos a morir… ¿Qué hacemos?...Recordar, recordar y recordar; volver, volver y volver; renacer, renacer y renacer… Los ciclos del hombre, como rebelión a la muerte, o como recrear, permanentemente, una falsa Inmortalidad.

En sus primeras observaciones, el hombre primitivo (y con posterioridad el naciente agricultor), llegó a la conclusión de que todo se repite: ciclos lunares, solares, el día y la noche, las estaciones, nacimiento/muerte y… ¿por qué no muerte y resurrección?

Todo lo existente forma parte indiscutible de una periodicidad invariable, también llamados Ciclos Históricos: Cuando, cada uno de nosotros (en su ámbito particular), descubramos el ritmo de nuestras existencias, en relación al Universo, hallaremos las claves de la Vida. Es decir: seremos Cosmos en todo su esplendor; seremos Luz.

  • Una primea premisa: Los dioses son Eternos; están más allá del tiempo y del espacio ¿y nosotros? Somos mortales, en lo físico, pero no (al poseer Alma) en nuestra trascendencia. Por lo que somos "inmortales" pero, para ello, necesitamos regenerarnos, transmutar, renacer… Seremos libres cuándo podamos viajar sin necesidad de movernos.
  • Segunda premisa: De la misma manera que no podemos negar que, la totalidad de la naturaleza, está en nosotros...Por lo que somos parte de la creación (en una ínfima parte) y, a la vez, somos la totalidad de la misma. Por todo ello, nuestros pensamientos, conforman la infinitud de un Universo, pretendidamente, armónico, eterno e inmutable.
  • Tercera premisa: Gracias al intelecto, seguida de una pizca de imaginación, más un toque de intuición, somos dioses de nuestros discernimientos ("somos grandes") pero,... a la vez ¡No somos nada!
  • Cuarta premisa: Soñar y despertar, son fases de la realización de la PERSONA. Para despertar, previamente, habremos tenido que dormir... Soñar. El punto medio: La Templanza... Ahí radica uno de los principales caminos hacia la Sapiencia... Realización es Contemplación y Acción... A partes iguales...
  • Quinta premisa, y última: ¿Deberíamos seguir modificando el medio o, por fin, adaptarnos a él? Si lo seguimos alterando jamás lo entenderemos y, en cambio, si optamos por respetarlo quizás, algún día, logremos comprenderlo.

En síntesis:

  • La Humanidad es causa originaria de un ciclo.
  • Formamos parte, irremediable, de este ciclo.
  • Y nuestro final, será el final de este mismo ciclo.


Del Amor al odio, hay un paso; de la existencia al olvido, una Eternidad



Santiago Peña

 

* * *

lunes, 8 de diciembre de 2014

SOBRE EL RESPLANDOR


*    *    *


Durante el intervalo de nuestra corta existencia, "disfrutamos" de  una primera etapa de asunción: crecemos, físicamente, tomamos conciencia de nuestro deambular existencial, seguimos creciendo... hasta madurar (físicamente); la maduración no significa otra cosa que hemos dejado de crecer (físicamente)  pero, nada más. A partir de los cuarenta-cincuenta -algunos antes- nos empezamos a cuestionar muchas cosas que, en tiempos pretéritos, dábamos por asumidas y, a partir de ese instante, comenzamos a captar que lo evidente se hace palpable; que el mundo no es como nos lo habían "pintado" -¡Siempre imágenes! ¿Y la realidad? ¡La realidad no existe!- y que nuestra, ya iniciada, decadencia, física, es permanente,… más o menos constante, predestinada y con fecha de caducidad… ¡Así es la Vida!… 

El Resplandor, en cambio, es una alucinación transitoria,… ¡es una ráfaga de Luz; es el fuego; es una explosión sublime de la creación; es un despertar; es la sublimación puntual, y excelsa, de la Verdad!

La Vida es la prueba irrefutable de todo lo existente… Por lo que, desde de una interpretación microcósmica (desde la Humanidad), nada tiene sentido. En cambio, desde una visión puramente cósmica y trascendente, somos parte del Universo; somos materia de estudio, fruto del propio Universo, y somos consecuencia del mismo.

En definitiva:

Somos el Resplandor; somos el nexo del Universo con la Vida; somos síntesis del mismo; somos una mota de polvo en la celestial inmensidad y somos la totalidad.

 El Universo es dueño del conocimiento absoluto y matraz imperturbable de la Vida; todo lo sabe y todo lo oculta pero… ¡tiene la llave maestra de la Verdad!

 ¡Seamos buscadores tenaces de la Verdad!


Santiago Peña


*    *    *