domingo, 4 de junio de 2023

LA CREATIVIDAD, COMO UN ANHELO DE PERMANENCIA DE LA PERSONA

 

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 La creatividad, como un anhelo de permanencia de la PERSONA,

La creatividad, como un irrefrenable  deseo de seguir existiendo,

La creatividad, como la voluntad de continuar siendo PERSONA.

 

 

¿Cómo surge el proceso creativo?

Desde los primero albores de la humanidad, el proceso creativo ha ido de la mano del progreso de nuestra especie; siendo todo lo mismo.

Por lo que, fruto de la evolución, el ser humano no sería PERSONA, si no hubiese confluido en él la magia de la creación (artística y/o técnica).

Y, por tanto, las mismas leyes de la naturaleza nos “obligan” a seguir perpetuándonos: nos “inmortalizamos” a través de nuestros hijos (y obras). En tanto en cuanto, la vida es continuación, es permanencia; también es tiempo y es espacio. En otras palabras: la vida es un proceso intermedio, y transitorio, dentro de la vastedad de un universo ¿infinito?

La toma de conciencia de los primeros homo sapiens (ante la imponencia de un cielo inundado de luz, de noches repletas de estrellas y de océanos sin final), despertó sentimientos encontrados de insignificancia y de inmensidad; de soledad y de libertad; de temor y de religiosidad; de transcendencia y… de Creatividad. Es por ello que, los intermitentes (e ideales), momentos de plenitud inducen, en la PERSONA, unos fructíferos estados de Creatividad. Y, de igual modo, durante los grises periodos, de un inevitable vacío existencial, la Creatividad se ausenta. La PERSONA (artista y/o técnica) se siente vacía… y nada aporta.

  

Necesitamos crear para poder seguir existiendo

El arte, como una senda más allá de la creación. El arte, como un paso más en la inmortalidad. El arte, como un acto de transcendencia. La intuición, como un primer arranque en el proceso de creación. El instinto, como un modelo impuesto por la propia naturaleza. Por lo que se establece una nítida semejanza entre instinto (como una orden de creación o de perpetuación de la especie) e intuición (como el arte de la comprensión sin necesidad de regirse por el razonamiento).

La Creatividad, como sinónimo de origen: el ser original, como un acto de permanente creación. Por lo que, las obras de arte (reconocidas como tal), son únicas y, por lo tanto, originales. No se puede dar la repetición y, las mismas, serán juzgadas por lo que proyecten y por la huella que sean capaces de plasmar. La admiración (o no) que (supuestamente) conciban se llamará calidad (artística y/o técnica).

En un principio todos los seres humanos, en mayor o menor medida, somos creativos. A una gran mayoría se les calificará como  “creadores” instintivos: asimismo, llamados progenitores. Y, a unos pocos (además de –posiblemente- ser padres) se les considerará creadores intuitivos. También, citados como artistas, ingenieros, arquitectos o, simplemente, creadores.

No obstante, y un punto muy importante a destacar, la creatividad (al final de su desarrollo) no tiene porqué obtener (obligatoriamente) una finalización marcadamente positiva de esa misma creatividad, forjada en una creación.

Y, por último: el poder ejercer la independencia (técnica y/o artista), por encima de la opinión de los demás, dota, a esa misma PERSONA (artista y/o ingeniero), de un plus de originalidad; certificando su, presumible (o no, necesariamente), calidad. Todo ello, teniendo en cuenta, y como siempre, que, la calidad, es otorgada, por parte del observador (crítico de arte o público, en general), como una mera apreciación de carácter, estrictamente, subjetiva.

 

Santiago Peña

 

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