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Santiago Peña
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La dignidad, como valor inherente de la persona, se basa en la Ley natural (o Derecho natural), es decir: conjunto de valores universales innatos al individuo y por tanto anteriores al llamado Derecho jurídico.
Desde una visión religiosa:
No estaría de más recordar que, el concepto de dignidad humana, ha tenido un recorrido variopinto a lo largo de la historia. Durante épocas anteriores dicha valía emanaba de la relación hombre/Dios y hacía del primero un ser “digno” por ser imagen del segundo. Gracias a las cualidades que le fueron otorgadas (intelecto, palabra,…etc.) el ser humano podía manifestar su esplendor y hegemonía sobre el resto de los animales: el hombre era el único ser valioso puesto que Dios le otorgó, sólo a él, las capacidades más nobles para ejercer su predominio y perfeccionar su conocimiento.
El concepto de dignidad era, así, signo de una idea religiosa. Y las razones de su aparición deben inquirirse en el antropocentrismo promovido, en gran parte, por las religiones judeo-cristianas.
Desde una visión contemporánea:
El hombre como causa final y base de su dignidad. A partir de este concepto relativamente moderno surge la idea de los derechos humanos. Se reconoce la superioridad del “animal hombre” sobre el resto de los animales y, a su vez, se “oficializa” el principio de igualdad (Carta de los Derechos Humanos).
El cambio de paradigma es notable: se pasa de castas y clases sociales a una teorética igualdad pero, de facto, permanentemente incumplida y motivo de conflictos sociales (hoy) cronificados en el tiempo. Este problema del ser y de lo que debería ser implica el deber de ser.
Como ejemplo a nuestro quehacer diario surge y se vindica la palabra respeto. Respeto por, para uno mismo y hacia los demás. El ser humano es valioso per se y, por cumplir con esta intrínseca situación, digno.
De este valor fundamental por ser lo que somos, nacen dos conceptos o ramas esenciales del ser: autonomía y libertad, desmarcándose claramente del reino animal. Como podemos entrever, estos dos valores absolutos, fundamentan y vinculan la dignidad humana con una pretendida prestancia natural del individuo.
Hay que destacar, en gran medida, la educación como elemento motivador y estimulador de la voluntad y de la inteligencia. Se obtiene capacidad crítica dirigida hacia la autodeterminación del sujeto: se es consciente de mi identidad pasando a adquirir la condición de ciudadano, por lo que se asumen y reclaman todos los derechos inherentes a la persona.
A la misma dignidad le contraviene la vulnerabilidad por el simple hecho de ser humanos. Lo emocional tiene su razón de ser y más que contravenir a la dignidad la complementa. Somos dignos porque somos vulnerables. El respecto que sentimos, o deberíamos sentir, por el sufrimiento de los demás nos concede el grado supremo de la dignidad. Esa solidaridad innata que nos proyecta hacia el sufrimiento ajeno nos confirma, una vez más, en nuestra dignidad.
¿La dignidad humana nunca ha estado tan amenazada como hoy? O ¿se está en un periodo de expansión hacia su máxima significación?
Como se diría: ¡me contraigo para hacerme más grande en mi dignidad!
Santiago Peña
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El amor es un concepto universal concerniente a la afinidad entre seres, descrito de otras formas según los diferentes pensamientos y perspectivas (científica, filosófica, religiosa, artística,…).
¿Qué se entiende por afinidad?: Tendencia de la PERSONA o grupo de PERSONAS a combinarse con otras.
Por lo que, el amor (en su sentido más amplio), se podría definir como una emoción intensa de la PERSONA que, partiendo de su propia carencia, precisa y busca la unión (física o espiritual) con otro ser, procurando reciprocidad en la complementariedad, alegría, aportando energía para convivir, comunicar y crear.
Desde el ámbito científico, el amor lo podríamos catalogar como el instinto de conservación de la especie, plasmado en el deseo reproductivo como obligatoriedad: machos y hembras se emparejarán como fin último de la perpetuidad; el individuo no cuenta, la especie sí.
En el terreno de la filosofía, el amor es una virtud que representa toda la bondad, compasión y afecto del ser humano hacia sus semejantes y a la naturaleza en general.
Desde una visión metafísica, el amor se podría describir como principio y final del cosmos; es la razón de la existencia en sí misma, basada en la imperfección, en la fuerza de atracción que todo lo rige, en el fluido vital…
“Somos seres incompletos, deambulando en un baile infinito, en busca del complementario que nos dotará de la anhelada perfección imposible de hallar”.
Concepciones del amor
El egoísmo, germen y base del capitalismo, se potencia y valora el amor a sí mismo, y a su obra, en beneficio propio.
El altruismo, como amor (universal) para la obtención del beneficio común de la humanidad; la felicidad aportada a los demás es nuestra felicidad. Se podría considerar como amor transcendente, situándolo en un nivel de consciencia superior.
Expresiones del amor
Entre las principales destacaríamos:
Amor propio, es, desde una visión humanística, el sano amor hacia uno mismo o autoestima.
Amor incondicional o amor altruista, que se practica sin esperar nada a cambio. El amor espiritual sería, por antonomasia, amor altruista. El amor maternal se podría expresar como el sumun del amor incondicional.
Amor paternofilial o amor entre padres a hijos y viceversa.
Amor fraternal o amor entre hermanos.
Y, por último, la amistad, próxima al amor fraternal, es un sentimiento que nace del deseo de los seres humanos de relacionarnos en sociedad. El amor al prójimo nace a su vez del uso de la facultad de la mente de empatizar y transigir.
Santiago Peña
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