sábado, 30 de julio de 2011

DESDE UNA VISIÓN ESTRICTAMENTE ANTROPOLÓGICA ¿POR QUÉ EXISTE DIOS?


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Dios es amor puesto que es una creación de la humanidad. Es una proyección de nosotros mismos, con la clara intención de cubrir espacios ante nuestro propio vacío existencial. Es decir, nuestra carencia de amor ha creado a Dios.

Dios, por lo tanto, es una necesidad humana vital y que nos sirve de escusa cuando no entendemos el fin de nuestros días, ni el devenir de nuestras propias existencias. Ante esta incomprensión al vacío, a una innegable soledad, angustia, miedo…etc., “surge” el Ser Supremo, que todos llevamos dentro, que todo lo entiende, lo sabe, lo ama, lo resuelve, lo protege,…etc.

A Descartes le debemos, desde la metafísica, la “falsa” demostración de la existencia de un Dios inductor de su propia razón de ser; ¡la trampa era perfecta! ¿Cómo demostrar el acto de existir de un Ente Superior, ante un pobre pensante como yo, causa primera y única de toda la existencia del universo? ¡Ojo!, que estoy hablando de un Dios como pensamiento y no como fe. Le fe induce, a través de la revelación, a creer en Dios y nada más. Un firme y convencido creyente ni se plantea estas preguntas, ¡Es dogma de fe y punto!

Lo que es evidente que, por el simple de hecho de pensar en su posible existencia, paradójicamente ya se la estamos otorgando. Desde cualquier disciplina teológica/filosófica es plausible demostrar su existencia y, en cambio, es prácticamente imposible demostrar su no existencia. Repito: esta argumentación teísta la planteo desde la visión de un Dios antropológico generado por nuestro propio consciente y/o subconsciente.

De todo aquello que se habla o discute se está confirmando, como mínimo, su posible existencia. De todo aquello por lo que no se contiende posiblemente no exista.

Si yo me planteo, a través de una pura reflexión, la posible existencia de Dios, en gran medida, ya se la estoy concediendo… ¿Si yo pienso o razono en él quien me puede discutir su (o no) existencia?

Somos Impulso irresistible como causa primera en la existencia de Dios. Por lo que Dios existirá hasta que, tal como somos actualmente, dejemos de serlo. No necesariamente implicará nuestra desaparición sino… una más que evidente evolución transformadora. La etapa post homínida, con una clara reminiscencia animal, dará paso, a través de nuestro transcender, a esferas universales del ser. A partir de este punto, honestamente, creo que la figura de Dios, compensadora de nuestras carencias e imperfecciones, habrá dejado (desde nuestro interior) de existir.


Santiago Peña


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sábado, 23 de julio de 2011

SOBRE LA DIGNIDAD

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La dignidad, como valor inherente de la persona, se basa en la Ley natural (o Derecho natural), es decir: conjunto de valores universales innatos al individuo y por tanto anteriores al llamado Derecho jurídico.


Desde una visión religiosa:

No estaría de más recordar que, el concepto de dignidad humana, ha tenido un recorrido variopinto a lo largo de la historia. Durante épocas anteriores dicha valía emanaba de la relación hombre/Dios y hacía del primero un ser “digno” por ser imagen del segundo. Gracias a las cualidades que le fueron otorgadas (intelecto, palabra,…etc.) el ser humano podía manifestar su esplendor y hegemonía sobre el resto de los animales: el hombre era el único ser valioso puesto que Dios le otorgó, sólo a él, las capacidades más nobles para ejercer su predominio y perfeccionar su conocimiento.

El concepto de dignidad era, así, signo de una idea religiosa. Y las razones de su aparición deben inquirirse en el antropocentrismo promovido, en gran parte, por las religiones judeo-cristianas.


Desde una visión contemporánea:

El hombre como causa final y base de su dignidad. A partir de este concepto relativamente moderno surge la idea de los derechos humanos. Se reconoce la superioridad del “animal hombre” sobre el resto de los animales y, a su vez, se “oficializa” el principio de igualdad (Carta de los Derechos Humanos).

El cambio de paradigma es notable: se pasa de castas y clases sociales a una teorética igualdad pero, de facto, permanentemente incumplida y motivo de conflictos sociales (hoy) cronificados en el tiempo. Este problema del ser y de lo que debería ser implica el deber de ser.

Como ejemplo a nuestro quehacer diario surge y se vindica la palabra respeto. Respeto por, para uno mismo y hacia los demás. El ser humano es valioso per se y, por cumplir con esta intrínseca situación, digno.

De este valor fundamental por ser lo que somos, nacen dos conceptos o ramas esenciales del ser: autonomía y libertad, desmarcándose claramente del reino animal. Como podemos entrever, estos dos valores absolutos, fundamentan y vinculan la dignidad humana con una pretendida prestancia natural del individuo.

Hay que destacar, en gran medida, la educación como elemento motivador y estimulador de la voluntad y de la inteligencia. Se obtiene capacidad crítica dirigida hacia la autodeterminación del sujeto: se es consciente de mi identidad pasando a adquirir la condición de ciudadano, por lo que se asumen y reclaman todos los derechos inherentes a la persona.

A la misma dignidad le contraviene la vulnerabilidad por el simple hecho de ser humanos. Lo emocional tiene su razón de ser y más que contravenir a la dignidad la complementa. Somos dignos porque somos vulnerables. El respecto que sentimos, o deberíamos sentir, por el sufrimiento de los demás nos concede el grado supremo de la dignidad. Esa solidaridad innata que nos proyecta hacia el sufrimiento ajeno nos confirma, una vez más, en nuestra dignidad.


¿La dignidad humana nunca ha estado tan amenazada como hoy? O ¿se está en un periodo de expansión hacia su máxima significación?

Como se diría: ¡me contraigo para hacerme más grande en mi dignidad!


Santiago Peña


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domingo, 3 de julio de 2011

SOBRE EL AMOR

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El amor es un concepto universal concerniente a la afinidad entre seres, descrito de otras formas según los diferentes pensamientos y perspectivas (científica, filosófica, religiosa, artística,…).

¿Qué se entiende por afinidad?: Tendencia de la PERSONA o grupo de PERSONAS a combinarse con otras.


Por lo que, el amor (en su sentido más amplio), se podría definir como una emoción intensa de la PERSONA que, partiendo de su propia carencia, precisa y busca la unión (física o espiritual) con otro ser, procurando reciprocidad en la complementariedad, alegría, aportando energía para convivir, comunicar y crear.


Desde el ámbito científico, el amor lo podríamos catalogar como el instinto de conservación de la especie, plasmado en el deseo reproductivo como obligatoriedad: machos y hembras se emparejarán como fin último de la perpetuidad; el individuo no cuenta, la especie sí.


En el terreno de la filosofía, el amor es una virtud que representa toda la bondad, compasión y afecto del ser humano hacia sus semejantes y a la naturaleza en general.


Desde una visión metafísica, el amor se podría describir como principio y final del cosmos; es la razón de la existencia en sí misma, basada en la imperfección, en la fuerza de atracción que todo lo rige, en el fluido vital…


“Somos seres incompletos, deambulando en un baile infinito, en busca del complementario que nos dotará de la anhelada perfección imposible de hallar”.



Concepciones del amor


El egoísmo, germen y base del capitalismo, se potencia y valora el amor a sí mismo, y a su obra, en beneficio propio.


El altruismo, como amor (universal) para la obtención del beneficio común de la humanidad; la felicidad aportada a los demás es nuestra felicidad. Se podría considerar como amor transcendente, situándolo en un nivel de consciencia superior.



Expresiones del amor


Entre las principales destacaríamos:


Amor propio, es, desde una visión humanística, el sano amor hacia uno mismo o autoestima.


Amor incondicional o amor altruista, que se practica sin esperar nada a cambio. El amor espiritual sería, por antonomasia, amor altruista. El amor maternal se podría expresar como el sumun del amor incondicional.


Amor paternofilial o amor entre padres a hijos y viceversa.


Amor fraternal o amor entre hermanos.


Y, por último, la amistad, próxima al amor fraternal, es un sentimiento que nace del deseo de los seres humanos de relacionarnos en sociedad. El amor al prójimo nace a su vez del uso de la facultad de la mente de empatizar y transigir.



Santiago Peña



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sábado, 2 de julio de 2011

SOBRE ÉTICA

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La ética es unas de las principales ramas de la filosofía, junto con la lógica, la metafísica, la gnoseología, la estética…, que comprende el estudio de la moral, la virtud, el deber, la felicidad y el vivir acorde al buen proceder.

En definitiva, la ética es el arte de vivir, de acuerdo a la razón (reflexión y argumentación) y aplicando determinadas reglas morales afines a valores universales (inmutables) establecidos.

La ética como forma de distinguir lo bueno de lo malo


La ética se encarga de juzgar o premiar, no al hombre, sino a sus actos catalogándolos de buenos o malos en función de los resultados obtenidos.


Por lo tanto, la ética calificará, de acuerdo a reglas morales preestablecidas, que es lo que podemos llegar a considerar como “bueno”, “malo”, “verdad”, “mentira”, “justo”, injusto”…etc.


Yéndonos a lo cotidiano ¿qué entendemos cómo comportamiento ético?: toda aquella acción que implique no perjudicar a un tercero causándole males innecesarios.


Ética utilitarista de los hechos


Actualmente se ha instalado un cierto tipo de ética utilitarista de los hechos; yo la llamaría de valores relativos, que está provocando una descomposición acelerada de la sociedad/civilización tal como la hemos conocido…

A modo de conclusión

Debemos de asentarnos en la axiología existencial, es decir en valores universales fundamentados en el sentido común y en la acción para que, a su vez, nos puedan trasladar a un estado de futuro claramente mejorable respecto al actual. Los valores restituidos darán nuevamente sentido y coherencia a nuestro quehacer existencial.

Santiago Peña

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