lunes, 29 de diciembre de 2014

SOBRE LA REBELDÍA DEL SER


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En el acontecer de la Humanidad fluyen dos "obsesiones" intrínsecas a la propia constitución de la PERSONA: Una utópica obtención de Eternidad y una más que plausible Perfección de la PERSONA. Sobre estas quiméricas metas algunos, seriamente (Éticamente), se las plantean y otros no...

¡Durmientes moribundos, despertad!


Acerca de la Eternidad


Ante esta primera "frustración", de carácter marcadamente existencial, nos rebelemos: Nuestra "desobediencia", ante la muerte, es el Recuerdo. Si no fuéramos conscientes de nuestro final no nos estaríamos reinventando como necesidad. Entonces: ¿Qué es el Recuerdo? Un revivir; un bucle temporal; el "Eterno Retorno"; el querer vivir; el querer hacer; un deseo irrefrenable de creatividad; una permanente insubordinación a nuestra inexorable fatalidad... Somos parte de la Creación y somos Creación. En cambio, los seres inmortales no precisan reinventarse... Pues viven en la Eternidad... Son Perfección... ¡simplemente están!

-¿Será qué Perfección es sinónimo de Eternidad?-

A muchos nos atrae la idea, y la esperanza, de poder alcanzar la Perennidad de nuestras existencias. Por supuesto, todo deseo queda aquí. No obstante, tenemos un anhelo (no disimulado) de investigar, meditar e intentar buscar sentido a una Vida vacía (la mayor parte de las veces), inútil, automatizada, inercial, loca, sin ritmo (no hay música; es todo ruido), incoherente, contradictoria, esquizofrénica… ¡sin Paz! La muerte, nuestra muerte, la muerte de los demás, implica cambios profundos. Todo es cambiante; todo es un fluir pero, en esencia, todo permanece.

 Todo cambio es permanencia. Nada desaparece; todo se transforma

La Nada, como concepto, es la pura contradicción; no es y no puede ser. Por lo tanto: Todo existe en sus múltiples representaciones. Todo lo existente puede o debería llegar a poder mutarse pero, jamás, podrá llegar a desaparecer. La Metafísica, lo llamará Ser, o Conciencia Cósmica.

Pero ¿qué es el Ser? En sus infinitas representaciones, es lo increado, es Autoconciencia, es la voluntad misma de Ser, es la Automanifestación permanente. Por todo ello: Nada hay fuera del Ser.

Este paradigma de carácter universal se aplica, invariablemente, a todos los posibles Estados del Ser (energía, materia, energía oscura, plasma, materia oscura o, simplemente, espíritu).


Acerca de la perfección de la PERSONA


Sobre esta segunda meta, la Perfección (su evidente relación con la Eternidad) y su inmediata consecuencia: la Excelencia (Honestidad, Voluntariedad, Esfuerzo, Responsabilidad, Constancia, Respeto, Ética, Verdad, Justicia, Honor, Probidad, Rectitud, Empatía, Autodisciplina, Educación...). ¡Hasta que no recuperemos este conjunto de Valores, la Excelencia seguirá siendo (sobre todo, dentro del entorno empresarial) un vocablo de moda pero nulamente aplicado en nuestro quehacer existencial!

En cambio, el "Perfeccionismo" (el deseo honesto de Perfección en las cosas) no es una moda ni una obsesión: es una obligación. La Excelencia en el trabajo, en las relaciones personales, en la sociedad… tiene que ser el santo y seña de la PERSONA de verdad, completa -¡no perfecta!-.

El relativismo, fruto de la postmodernidad, gangrena de la civilización/sociedad occidental actual: No "todo vale; no "todo está bien". Los mal llamados, y denostados, "Perfeccionistas" son seres imperfectos con el compromiso Ético de dejar de serlo. Es el Camino y una elección. No pretenden ser referencia de nada; ¡a lo sumo de sí mismos!

El "Perfeccionista" no es un escudriñador testarudo de la Perfección. La misma es, intrínsecamente, imposible. Lo que, realmente, inquiere es la Excelencia, en mayúsculas. Es decir: la búsqueda tenaz, e íntegra, del trabajo primorosamente elaborado.

La Belleza no es Perfección. Lo realmente Bello es la Armonía de las cosas y no su supuesta, e imposible, Perfección

Ante esta pertinaz evidencia, la Humanidad es imperfecta porque el Mundo es imperfecto. Nuestra obligación, como mínimo, es el intentar ser mejores ¡no perfectos!

A pesar de los innumerables esfuerzos del género humano, y fruto de una clara incompetencia existencial, somos gregarios. Prueba de esta innegable verdad, ¿deberíamos adquirir conocimiento? Por un principio Ético Universal convendríamos en aspirar a la Verdad y al Conocimiento Armónico del Universo. Por lo que deberíamos tender a ello y percibir que esta insuficiencia, y el cumplimiento de las mismas, tienen una sagrada obligación superior a nuestra Vida perecedera. No obstante, esta insigne voluntad de adquirir conocimiento, con una más que evidente aspiración moral, debería venir acompañada por la pureza de la intención en sí misma.

El Conocimiento debería ser Universal, como la Paz, el Amor, la Justicia y la Libertad. Todo ello sintetizado en una única, e incontestable, Verdad.

Todo este brote de Existencialismo Lineal tiene un porqué, me explico: Los mitos y leyendas, sobre la persistencia de los dioses, tienen una clara negación de nuestra propia, e irremediable, Mortalidad. La negamos; nos resistimos a morir… ¿Qué hacemos?...Recordar, recordar y recordar; volver, volver y volver; renacer, renacer y renacer… Los ciclos del hombre, como rebelión a la muerte, o como recrear, permanentemente, una falsa Inmortalidad.

En sus primeras observaciones, el hombre primitivo (y con posterioridad el naciente agricultor), llegó a la conclusión de que todo se repite: ciclos lunares, solares, el día y la noche, las estaciones, nacimiento/muerte y… ¿por qué no muerte y resurrección?

Todo lo existente forma parte indiscutible de una periodicidad invariable, también llamados Ciclos Históricos: Cuando, cada uno de nosotros (en su ámbito particular), descubramos el ritmo de nuestras existencias, en relación al Universo, hallaremos las claves de la Vida. Es decir: seremos Cosmos en todo su esplendor; seremos Luz.

  • Una primea premisa: Los dioses son Eternos; están más allá del tiempo y del espacio ¿y nosotros? Somos mortales, en lo físico, pero no (al poseer Alma) en nuestra trascendencia. Por lo que somos "inmortales" pero, para ello, necesitamos regenerarnos, transmutar, renacer… Seremos libres cuándo podamos viajar sin necesidad de movernos.
  • Segunda premisa: De la misma manera que no podemos negar que, la totalidad de la naturaleza, está en nosotros...Por lo que somos parte de la creación (en una ínfima parte) y, a la vez, somos la totalidad de la misma. Por todo ello, nuestros pensamientos, conforman la infinitud de un Universo, pretendidamente, armónico, eterno e inmutable.
  • Tercera premisa: Gracias al intelecto, seguida de una pizca de imaginación, más un toque de intuición, somos dioses de nuestros discernimientos ("somos grandes") pero,... a la vez ¡No somos nada!
  • Cuarta premisa: Soñar y despertar, son fases de la realización de la PERSONA. Para despertar, previamente, habremos tenido que dormir... Soñar. El punto medio: La Templanza... Ahí radica uno de los principales caminos hacia la Sapiencia... Realización es Contemplación y Acción... A partes iguales...
  • Quinta premisa, y última: ¿Deberíamos seguir modificando el medio o, por fin, adaptarnos a él? Si lo seguimos alterando jamás lo entenderemos y, en cambio, si optamos por respetarlo quizás, algún día, logremos comprenderlo.

En síntesis:

  • La Humanidad es causa originaria de un ciclo.
  • Formamos parte, irremediable, de este ciclo.
  • Y nuestro final, será el final de este mismo ciclo.


Del Amor al odio, hay un paso; de la existencia al olvido, una Eternidad



Santiago Peña

 

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lunes, 8 de diciembre de 2014

SOBRE EL RESPLANDOR


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Durante el intervalo de nuestra corta existencia, "disfrutamos" de  una primera etapa de asunción: crecemos, físicamente, tomamos conciencia de nuestro deambular existencial, seguimos creciendo... hasta madurar (físicamente); la maduración no significa otra cosa que hemos dejado de crecer (físicamente)  pero, nada más. A partir de los cuarenta-cincuenta -algunos antes- nos empezamos a cuestionar muchas cosas que, en tiempos pretéritos, dábamos por asumidas y, a partir de ese instante, comenzamos a captar que lo evidente se hace palpable; que el mundo no es como nos lo habían "pintado" -¡Siempre imágenes! ¿Y la realidad? ¡La realidad no existe!- y que nuestra, ya iniciada, decadencia, física, es permanente,… más o menos constante, predestinada y con fecha de caducidad… ¡Así es la Vida!… 

El Resplandor, en cambio, es una alucinación transitoria,… ¡es una ráfaga de Luz; es el fuego; es una explosión sublime de la creación; es un despertar; es la sublimación puntual, y excelsa, de la Verdad!

La Vida es la prueba irrefutable de todo lo existente… Por lo que, desde de una interpretación microcósmica (desde la Humanidad), nada tiene sentido. En cambio, desde una visión puramente cósmica y trascendente, somos parte del Universo; somos materia de estudio, fruto del propio Universo, y somos consecuencia del mismo.

En definitiva:

Somos el Resplandor; somos el nexo del Universo con la Vida; somos síntesis del mismo; somos una mota de polvo en la celestial inmensidad y somos la totalidad.

 El Universo es dueño del conocimiento absoluto y matraz imperturbable de la Vida; todo lo sabe y todo lo oculta pero… ¡tiene la llave maestra de la Verdad!

 ¡Seamos buscadores tenaces de la Verdad!


Santiago Peña


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domingo, 2 de noviembre de 2014

ACERCA DE LA MUERTE


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La muerte, como pérdida de un familiar, de una amistad, de una PERSONA cualquiera,… se ve (y se vive) de una manera totalmente diferente a como tú la observas y esperas para sí.

Todos moriremos ¿Cuándo? ¡No lo sé! La muerte como desaparición es horrible ¡yo no quiero desaparecer!

¿Morir?… ¡hay que morir!, pero… ¿desaparecer?, ¡jamás!


Los ciclos del hombre, como rebelión a la muerte o como recrear una falsa inmortalidad.


¿La inmortalidad del Alma, una quimera o una realidad?


Nos hacemos inmortales en nuestras palabras, en nuestra continuidad generacional, en nuestras obras y, sobre todo, en la memoria que los demás tengan de nosotros.

Morimos cuando dejamos de pensar; morimos cuando no deseamos vivir


Habremos muerto cuando nadie mencione nuestro nombre; cuando nuestra Luz no ilumine a Alma alguna por cercana que esté del lugar que pisamos…

Empezamos a morir cuando comenzamos a vivir


Nuestra Alma es una alarma que nos avisa que se nos escapa la vida. El huir de la muerte es un vivir. El fluir de la Existencia es el vivir, huyendo (fluyendo) en un viaje de ida y vuelta para nada planificado, pero sí sentenciado.

Todos viajamos. Es indiferente la calidad del trayecto.


En recuerdo a todos nuestros seres queridos que se fueron y no volverán



Santiago Peña


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domingo, 12 de octubre de 2014

SOBRE LA FILOSOFÍA PERENNE


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Nuestro pensamiento ve todo lo que no ven nuestros ojos


Antes de buscar, hagámonos las siguientes preguntas para, así, poder encontrar una posible respuesta:

¿Qué es religión? ¿Qué es mitología? ¿Qué es simbología? ¿Qué es filosofía? ¿Qué es ciencia? ¿Qué es metafísica? Y ¿Qué es cosmología?

Todas tienen la misma contestación: Hallar un potencial sentido a nuestras existencias. Diferentes caminos para un mismo resultado. Y, sobre todo (fruto de nuestra individualidad), hay tantos caminos como PERSONAS en el Universo.

La mente humana se rige por un número limitado de conceptos (o cuestiones irresolubles) que son una constante en nuestro acontecer histórico: Eternidad, Dios, Vida, Muerte, Soledad, Vacío, Tiempo, Espacio, Cosmos, Alma… (Hay muchas más pero, creo que, éstas son las más significativas).

«Lo esencial es captar el verdadero sentido y convertirse uno mismo en el verdadero sentido»

Yalal ad-Din Muhammad Rumi


Solo desde un estado de plenitud podremos llegar a vislumbrar (remotamente) una posible Realidad, para nada fenomenológica pero sí trascendente. La visión del mundo deberá estar fuera de los límites del género humano.

La Realidad no existe. Somos (re)creadores de mundos aparentes y falsos.

El conocimiento acerca de la Filosofía Perenne alude a la existencia de un total vínculo de Verdades y Valores (Eternos) comunes a todas las civilizaciones, culturas y pueblos. La expresión fue usada, primeramente en el decurso de siglo XVI, por el filólogo, anticuario, bibliotecario apostólico en la sede pontificia, obispo  de Kissamos (Creta) y filósofo italiano Agostino Steuco (Gubbio, 1497 – Venecia, 1548), en su libro titulado: “De perenni philosophia libri X (1540-1542), en el que la Filosofía Escolástica (la imperante de aquel momento) era contemplada como la cúspide de la sapiencia de la cristiandad y en la que la totalidad de las restante corrientes filosóficas se asentaban, de uno u otro modo, en torno a la misma.

Con posterioridad, este mismo pensamiento, fue asumido, de forma entusiasta, por el matemático y filósofo alemán Gottfried Leibniz (Leipzig, 1 de julio de 1646 - Hannover, 14 de noviembre de 1716), quien la empleó para investir la Filosofía común, y perpetua, que se esconde en todos los cultos religiosos, y fijada, invariablemente, en su propias corrientes místicas. Esta misma expresión fue divulgada, a lo largo del pasado siglo, por el novelista y ensayista británico Aldous Huxley (26 de julio de 1894, Godalming, Surrey, Inglaterra – 22 de noviembre de 1963, Los Ángeles, California, Estados Unidos) en su libro homónimo: “La Filosofía Perenne” (publicado en 1945).


Acerca del término Tradición

La coexistencia de un estado inicial (representado por un contexto intelectualmente distinto, de aquel, al de los periodos siguientes) en la que la PERSONA se encontraba en correspondencia consciente con la Inteligencia Cósmica y con su Principio, y el sistema (destello mental de la fase de estabilidad y de Conocimiento) que caracterizaba esta época desaparecida, son el argumento de esta transmisión, al mismo tiempo del conjunto de leyes externas reservadas en conservar el entorno y a la humanidad en Armonía con las Leyes del Cosmos, de las que no son sino una individualización y una aplicación de las ciencias “especiales”; también, ellas, aplicaciones  de un equilibrio circunstancial de la escuela estrictamente Metafísica.

De igual forma, la preexistencia de esta, ya mencionada Filosofía Perenne, es el fundamento primigenio de la tradición (lo que se transmite), sintetizado en las obras de los pensadores del siglo XX, como el matemático, masón, metafísico, y esoterista francés René Guénon (15 de noviembre, Blois, 1886 - 7 de enero, El Cairo, 1951), el también metafísico, pintor y poeta, Frithjof Schuon (18 de junio de 1907 – 5 de mayo de 1998), al igual  que el erudito en Arte Oriental y escritor indio Ananda Coomaraswamy (Colombo, 22 de agosto de 1877 – Massachusetts, 9 de septiembre de 1947).


Antecedentes históricos

El Judaísmo (como primera-mater religión), el Cristianismo (consecuencia de la ruptura con la anterior) y el Islam (compartiendo lugar y tiempo con sus predecesoras), constituyen los fustes de los que han venido en llamarse los tres grandes cultos monoteístas. Las estrictas fidelidades de aquel período, de igual manera las variantes protestantes como la católica, se contrapusieron a la Gnosis (Conocimiento del Mundo, o Entendimiento Verdadero). Es decir, todos ellos combatieron a la causa primera de donde brota la Sapiencia del mensaje cristiano, un Saber que Jesucristo transfirió a su seguidor amado, cuando, en la última Cena, éste se reclinó sobre su pecho. Fue en aquél instante cuando, según la Tradición, recibió el don del cielo o el Conocimiento de la Salvación.


Principios esenciales

El vocablo “Philosophia Perennis” fue otorgado, como ya hemos mencionado con anterioridad, por Leibniz a un fundamento que va más allá de la sistematización y del discurso racionalista. Lo cual no es obstáculo como para que no alcancemos en señalar tres perceptibles conjeturas a las que encomendarnos:
 
  • Sería, en primer lugar, la Metafísica que nos revela el manto de lo ficticio; señala la Divinidad en la Vida, en el Pensamiento y lo que se haya, verdaderamente, detrás de la apariencia material.
  • Asimismo sería la psicología que nos redime del Alma y de nuestra cada vez más recóndita Esencia Divina.
  • Y en conclusión, igualmente en el acto, aquella Ética que someta toda obligación a una sola, la interpretativa y conocimiento espiritual de toda sustancia y más allá de los límites del Ser.

“contenidos y prácticas trasmitidos durante siglos que mantienen abierta una vía de acceso a la verdad absoluta del hombre y la relación de este con Dios y la creación. Esta Tradición es única para toda la humanidad (Traditio perennis), y se manifiesta de forma superficialmente distinta en los diferentes pueblos y religiones, variando según el contexto, pero manteniendo siempre intacta la parte interior o esotérica que es inalterable e incomunicable (pues precisa de la propia experiencia o iniciación). La cadena se rompe con la época moderna, en la que se pierde (se esconde) la Tradición verdadera y solo persisten sucedáneos (a vistas de los no iniciados) que no remiten a ninguna realidad trascendente, pues se trata sólo de manifestaciones físicas reproducibles, y no de realidades interiores que se externalizan a través de múltiples formas, ajustándose a los límites establecidos por la misma tradición”.

René Guénon


Por lo tanto, y en consonancia con los basamentos de la Filosofía Perenne, todos los pueblos (invariablemente) de otros saberes y periodos han cursado, e inscrito, apreciaciones similares sobre la constitución de la Realidad, el Yo, la Naturaleza y el sentido, y designio, de la Existencia. Estas semejanzas se dirigen hacia unos profundos principios ecuménicos; instituyéndose en el diario pedestal de un gran número de religiones. Las desigualdades entre estas apreciaciones cardinales manan de las divergencias entre los diferentes conjuntos de Conocimientos humanos y se pueden llegar a razonar al albor de estas mismas supeditaciones culturales.


Omne quod est idem
 (Todo es lo mismo)


Entre estas apreciaciones se hallan las subsecuentes aseveraciones:

  • La PERSONA irradia la esencia de esta Realidad dual: por un lado, el cuerpo material, se encuentra subyugado a las leyes físicas del nacimiento y la muerte, el otro semblante de la existencia humana no se halla subordinado al crepúsculo o al quebranto, y es análogo a la inteligencia o al espíritu, que es el núcleo del Alma humana. En el actual occidente, esta segunda faceta, o Realidad, ha sido, repetidamente, pasada por alto o ignorada.
  • Todas las PERSONAS poseemos unas capacidades innatas, que sin embargo no son usadas y por tanto están claramente anquilosadas, para la apreciación instintiva de la estructura de la Realidad y de la Verdad Última. Este Conocimiento es el fin postrero de la humanidad, y su actuación y progreso son el sin igual plan de sus existencias. Los grandes cultos religiosos aspiran a instaurar (o restaurar) el sagrado vínculo entre el Alma y esta ulterior y más alta Realidad. Dicha Realidad, en las religiones Abrahmánicas  (Judaísmo, Cristianismo e Islamismo), es llamada Dios; Dios es el principio y fin de todo lo existente. En los cultos no-teístas, semejantes como Budismo, Jainismo y Taoísmo, lo último, o lo absoluto, está determinado de una forma algo distinta.
  • El Universo corpóreo, o de los fenómenos, no es la sublime Realidad; existe una desigual Realidad no-corpórea. El mundo de la burda materia es la sombra de una Realidad excelsa que no consigue ser alcanzada por lo sensitivo, pero el espíritu y el entendimiento humano proporcionan la prueba de ello en su más recóndita naturaleza. 


El hecho Místico, como vía directa de unión con el Cosmos

Lo Místico como lo más puro, profundo, oculto, íntimo y esotérico del Ser y fase última de perfección a través de una unión directa entre la PERSONA y el Cosmos. Estos discernimientos sistémicos se especulan que son lícitos, o íntegros, gracias a su firmeza y a las claras analogías entre ellos, empero de sus frecuentemente principios aparentemente aislados.

De acuerdo con Aldous Huxley, la Filosofía Perenne “es la metafísica que reconoce una Realidad divina sustancial al mundo material, a la vida y a las mentes; la psicología que encuentra en el alma algo similar, o incluso idéntico, a esa Realidad divina; la Ética que sitúa el objetivo final del hombre en el conocimiento de la Base inmanente y transcendente de todos los seres; lo que es inmemorial y universal. Los rudimentos de la Filosofía Perenne se pueden encontrar entre la tradición popular de pueblos primitivos en todas las regiones del mundo, y en sus formas completamente desarrolladas que han tenido su eco en cada una de las grandes religiones” ("La Filosofía Perenne", p. vii).

¿No es justo exponer a continuación de esto que hay, como así enunció Leibniz, una especie de Filosofía Eternaperennis quoedam philosophia, que instituye el nexo necesario de la ciencia y de la religión y, en definitiva, su innegable unicidad?

"Particula in minima micat integer orbis" (“en la partícula más pequeña se encuentra el reflejo del universo entero”).

Gottfried Leibniz


Fruto concluyente que, dado el signo reduccionista y absolutista de la modernidad, estas “rivalidades” no fueron concebidas (o asimiladas) como una complementariedad -como así coexistían (y coexisten) para la comunidad tradicional- sino que se arrogó su perfecta irreconciliabilidad y por tanto la incondicional hegemonía de uno de los cabos sobre el otro. Es esta irreconciliabilidad entre los opuestos la que ha conformado el perfil exclusivo (y excluyente) de la modernidad, dirigiéndola inevitablemente, a los ideales de competitividad, control y superioridad, ideales en que, como ya hemos dicho anteriormente, lo diferente encarna un peligro, una amenaza, que debe ser implacablemente anulada.


Corolario

Nos repetimos, nos repetimos y, una vez más, nos repetimos. Seguimos sin saber nada… o muy poco de la PERSONA, de todo lo que representamos, y del COSMOS, en general.

Es preciso retornar a nuestras fuentes más primordiales. Mito y Logos son dos formas de ver el mundo (para nuestra cultura occidental) que, desde hace más de 2.500 años, se contraponen.

Parte del Conocimiento Universal -y, por qué no, de la Sabiduría- se halla disperso en múltiples rincones del mundo y, sobre todo, del Universo: verdadero receptáculo de todo lo que ha sido, es y será.

Conforme nos miremos, más, hacia nuestro interior, más nos encontraremos; conforme recuperemos las primeras enseñanzas, más cerca nos hallaremos del Verdadero Conocimiento; de la genuina Sabiduría en todo su esplendor.

Entonces, ¿qué somos? El resumen completo del Universo.

Conocemos el agua porque somos agua, conocemos el fuego porque somos fuego, conocemos el aire porque somos aire y conocemos la tierra porque somos tierra. Por lo que todo el conocimiento del mundo está en nosotros…

Seguir creyendo en nosotros... y aceptar y aceptar. El final creemos saberlo… Y el principio también…

Somos elementos tántricos esencialmente musicales. No hay nada más puro, dentro de la comunicación transcendente, que un Poema de Luz:

Simple Vibración,
Música Eterna,
Circular, perfecta,
Sublime, excelsa.

Despertad,
Despertad,
Luz imperecedera,
Alma Divina,
Alma Eterna.


Santiago Peña



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lunes, 11 de agosto de 2014

¿POR QUÉ EL ALMA ES LA BASE FUNDAMENTADORA DE NUESTRA LIBERTAD?



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¡Alma incorpórea, abarcando la totalidad!


Nos sentimos completamente libres cuando nuestras reflexiones se generan desde lo más profundo de nuestro ser. Pensamientos puros expandiéndose hacia el Infinito; pensamientos puros permaneciendo en la eternidad.

Somos conciencia de nuestra presencia en el universo; somos nuestra verdadera identidad… y somos la prístina esencia de nuestra unidad.

Nuestro deseo de Libertad es obra de nuestra individualidad.

Fruto de nuestra conciencia (pura) forjamos (nuestra) realidad. Solo, desde el ser, somos generadores de una “realidad libre” (transcendente) y, por lo tanto, verdadera.


Alma, principio rector de nuestros pensamientos

Los pensamientos son los principales instigadores de una búsqueda inquebrantable de independencia. Si no pensáramos no sabríamos en que consiste la Libertad; si verdaderamente existe, si ha existido o si, algún día, existirá.

El Alma es “señora” inherente de la Libertad; prueba de lo intangible, de lo inalterado, de lo eterno, de lo sublime y, en consecuencia, de la verdad.


Alma, principio vital de la PERSONA

El Alma, es memoria vital, renacida de un evento pretérito en su singularidad impar y, por ende, constituyendo la base de nuestro ser.

El Alma de la PERSONA es semejante al “Alma” del universo y contiene lo que el universo contiene. Como una gota de agua impactando en la inmensidad del mar.

El ser, en comunión directa con todo lo que le rodea, instituye la verdadera independencia del individuo a través de su propia intuición y de la observación directa de las leyes de la naturaleza. Es decir: cuando entramos en contacto con la naturaleza, haciendo uso de la intuición y de la observación, somos capaces de fusionarnos con la energía cósmica; fuente creadora de toda vida.

El Alma es la esencia pura del ser, es inicio y fin; pedestal primigenio de la existencia; es origen cósmico de la humanidad y es la máxima representación de la individualidad.

Es una aspiración hacia la Infinitud; sin posibilidad de abarcar lo absoluto. Y es… el ser en permanente unión con el Cosmos.

En definitiva: somos seres espirituales, sin saberlo… ni pretenderlo. Incansables buscadores del porqué de nuestras existencias… Somos autoconciencia. Por todo ello, el Alma, es el ente regente de nuestra conciencia y la base fundamentadora de nuestra Libertad.


Santiago Peña


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