lunes, 8 de diciembre de 2014

SOBRE EL RESPLANDOR


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Durante el intervalo de nuestra corta existencia, "disfrutamos" de  una primera etapa de asunción: crecemos, físicamente, tomamos conciencia de nuestro deambular existencial, seguimos creciendo... hasta madurar (físicamente); la maduración no significa otra cosa que hemos dejado de crecer (físicamente)  pero, nada más. A partir de los cuarenta-cincuenta -algunos antes- nos empezamos a cuestionar muchas cosas que, en tiempos pretéritos, dábamos por asumidas y, a partir de ese instante, comenzamos a captar que lo evidente se hace palpable; que el mundo no es como nos lo habían "pintado" -¡Siempre imágenes! ¿Y la realidad? ¡La realidad no existe!- y que nuestra, ya iniciada, decadencia, física, es permanente,… más o menos constante, predestinada y con fecha de caducidad… ¡Así es la Vida!… 

El Resplandor, en cambio, es una alucinación transitoria,… ¡es una ráfaga de Luz; es el fuego; es una explosión sublime de la creación; es un despertar; es la sublimación puntual, y excelsa, de la Verdad!

La Vida es la prueba irrefutable de todo lo existente… Por lo que, desde de una interpretación microcósmica (desde la Humanidad), nada tiene sentido. En cambio, desde una visión puramente cósmica y trascendente, somos parte del Universo; somos materia de estudio, fruto del propio Universo, y somos consecuencia del mismo.

En definitiva:

Somos el Resplandor; somos el nexo del Universo con la Vida; somos síntesis del mismo; somos una mota de polvo en la celestial inmensidad y somos la totalidad.

 El Universo es dueño del conocimiento absoluto y matraz imperturbable de la Vida; todo lo sabe y todo lo oculta pero… ¡tiene la llave maestra de la Verdad!

 ¡Seamos buscadores tenaces de la Verdad!


Santiago Peña


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