sábado, 13 de noviembre de 2021

¿CÓMO SABER QUE SE ESTÁ EN EL CAMINO?

  

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Vivir en una permanente coherencia

 

El saber quién somos, qué hacemos y adónde pretendemos ir, nos dota de una vivencia coherente y, netamente, positiva.

No es cuestión de transitar en una permanente rebeldía y demostrar que se es un nostálgico de épocas pretéritas, supuestamente más “sanas”, humanas, espirituales y sencillas, pero ricas. Ricas de Sapiencia y Virtud. No de virtudes políticas, si no comunales. Desde tu yo más íntimo hasta más allá de tu entorno social.

 

Alma y Cuerpo

 

El Alma, como lo Absoluto o Verdadero;

El Cuerpo, como lo Relativo o Falso

 

 ¿Qué entendemos por Alma?

 Es la Esencia del ser o ente. No es necesario una cascara o cuerpo sustentador.

 

¿Qué entendemos por Cuerpo?

 Es la envolvente provisional, o transitoria; portadora del Alma.

 

¿Qué entendemos por Vida?

La Vida es la transición (o el aparente movimiento en un tiempo determinado) de un ser u objeto, desde su nacimiento hasta su extinción.

 

¿Qué entendemos por Nacimiento?

Es el paso de la transitoriedad, desde la aparente inexistencia, pasando por la conformación de un nuevo ser o en el caso de una posible transmigración a la restitución del mismo ser en otro cuerpo evolucionado o involucionado. Dependiendo de los hechos sucedidos (positivos o negativos) en una “Vida anterior”.

 

¿Qué entendemos por Muerte?

Es el paso inverso, dentro de la misma transitoriedad. 

 

El Sacrificio del Cuerpo como búsqueda permanente de la Verdad

El Sacrificio, como ruta hacia la Felicidad, nos induce a estados de quietud espiritual en un movimiento permanente del ser. El fin no es el fin si no el camino en sí. Por lo que, todo aparente final, es la continuidad en el más allá. De norte a sur y de este a oeste. No hay final. La Paz surge de la Verdad; la guerra de la falsedad. Por lo que no puede existir la Paz si no se vive en la Verdad.

 

El Cuerpo considerado como el Templo del Espíritu

El Cuerpo como una Verdad en sí misma, el reflejo de una voluntad de acero templado al sol. La PERSONA que cultiva su Cuerpo, al igual que su Espíritu, entiende la vida como un camino entre la academia y el gimnasio, una dualidad recíprocamente necesaria, teoría y praxis, a fin de que el verbo no se ablande, y corrompa la Realidad, y que la fuerza bruta no asfixie el genio que parte del conocimiento. De esta bella, y excelsa, forma el pensamiento se convierte en una defensa que asegura la pureza del Cuerpo y, por ende, de su Espíritu.

La Harmonía de la PERSONA resulta del perfecto equilibro entre la agilidad física y la agilidad mental.

Es por ello que, todo rasgo de Sabiduría, tiene que morar en el equilibro que nos proyecta la Paz. La Paz, ese ansiado estado de quietud, coherencia vivencial y, por proyección, de Bondad.

 

¿Qué entendemos por Belleza?

La Belleza, como confirmación de Bondad, Paz, Sapiencia y de Excelencia Espiritual. Es por ello que, una pretendida “belleza” impuesta por la modernidad (desde la vulgaridad o tosquedad), no puede producir placer y, menos, Paz Espiritual. A lo sumo: rechazo y malestar. Por tanto, si queremos seguir estando en el Camino, no olvidemos de seguir la senda de la Verdadera Belleza y, con ella, todo lo demás.   

 

Santiago Peña

 

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