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Don Quijote fue un solitario; encarnaba los ideales, trasnochados, de un Caballero.
Sancho fue un pragmático y con el sentido común de la época.
El uno y el otro fueron UNO; se repelían y se complementaban. Eran dos mundos y el mismo. Eran dos sabidurías incompletas que, al sumarlas, generaban al HOMBRE: al Sabio por excelencia.
“EL QUIJOTE” no fue una mera novela. Fue, entre otras muchas cosas, un Tratado del Hombre, de Sabiduría y de Alquimia especulativa (la Verdadera)…
Santiago Peña
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