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En el mundo “civilizado” la felicidad del no saber te puede llegar a proporcionar una aparentemente cómoda relajada trayectoria vital: “nada se; nada conozco; nada añoro; nada ambiciono; nada envidio…”
Los pueblos “perdidos” de La Amazonía (a día de hoy se calcula que sigue habiendo un número importante de tribus, en este pulmón de la Tierra, sin “descubrir” –por no decir que no nos han descubierto ellos-) viven en una absoluta ignorancia sobre lo que acontece en el mundo exterior (no saben de su existencia) y, posiblemente, son felices…
Los sabios no son felices por el hecho de ser sabios si no que asumen plenamente su infelicidad, dotándolos de un estado de templanza que se podría interpretar como de una cierta “felicidad”…
No deseo vivir ignorante; anhelo entender, comprender y aceptar.
Santiago Peña
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Yo siempre había pensado que la felicidad era una cosa muy simple que dependía del mero porcentaje de las necesidades vitales que tiene cubiertas una determinada persona. Así, un multimillonario no tiene porqué ser más feliz que un aborigen que vive en una selva con una cultura propia del neolítico. Las necesidades humanas...alimento, afectos, familia, salud, bienes, conocimientos, etc... son puramente subjetivas, aunque tienden a generalizarse en las sociedades avanzadas. El éxito es no crearse más necesidades ni objetivos que lo que dicta el sentido común y tener tesón y suerte para conseguirlos. De lo contrario, el ser humano vivirá en medio de la frustración y el desengaño. Ser feliz es algo aparentemente fácil pero si escarbas un poco es como un gran sudoku con pocos números.
ResponderEliminarUn saludo
H.
Totalmente de acuerdo.
ResponderEliminarLa felicidad no se busca: se vive.
Saludos cordiales,
Santi