domingo, 20 de marzo de 2016

RESIGNACIÓN VS CONCIENCIACIÓN


*    *    *

 

Una nueva Escuela cambia a la PERSONA;
Una nueva PERSONA cambia a la Sociedad


Introducción

Definición de Resignación (término de raíz religiosa): es la renuncia o dejación voluntaria de un beneficio social, económico, político, profesional,...etc. Si nos atenemos a su estricta enunciación: "entrega voluntaria que alguien hace de sí, poniéndose en las manos y voluntad de otra persona. O conformidad, tolerancia y paciencia en las adversidades" (DRAE).

Definición de Concienciación (es decir, concienciar): Hacer que alguien sea consciente de algo.  O adquirir conciencia de algo (DRAE).


¿Vivimos en una civilización/sociedad resignada?

Hoy el materialismo (como doctrina vigente, poco más o menos, todo lo alcanza, poco más o menos, todo lo controla) ha desnudado a la PERSONA. EL Ser ha sido infamemente constreñido y ultrajado: todo por una posición social, todo por el prestigio, todo por el dinero, todo por el poder, todo por la fama... ¡Todo por nada! Por todo ello, occidente ha desterrado a (nuestro) dios (interior) y ha pretendido "convertirnos" en dioses... ¡y nos hemos creído dioses! El consumismo, como meta de una supuesta (y falsa) “felicidad”: más tengo; más deseo... ¡y más vacío me encuentro! Somos "esclavos" de nuestra "durmiente" existencia; somos (nuestros) tiranos; somos (nuestros) carceleros; somos (nuestros) verdugos y somos (nuestros) vencidos guerreros. ¡Idiotas postmodernos!

Las llamadas democracias liberales (imperantes y hegemónicas), en las que estamos ineludiblemente instalados, nos han despojado de los atributos propios (sagrados e inviolables) de la PERSONA, como son: Libertad, Ética, Dignidad, Justicia, Individualidad, Verdad, Integridad y Humanidad. Ensalzan la (perversamente evocada de forma machacona y prostituida) "libertad" del individuo para... poder seguir explotando a sus  semejantes; para poder acabar con sus creencias, con su individualidad y con su integridad. Por lo que, esta civilización enferma (sin Valores) y deforme, se caracteriza por rasgos, y calificaciones, tan concluyentes, y execrables, como: burocrática, prepotente, injusta, alienante, “globalizadora”, clasista, discriminadora, incompetente, corrupta y liberticida. En definitiva: inhumana.

En estos momentos de incertidumbre y dificultad, con una más que preocupante tendencia al fracaso (crisis que no ha prosperado), ha sobrevenido una evidente herida esquizoide de carácter universal. Se podría decir, sin temor a equivocarnos, que estamos embarcados en una loca transición; aparentemente sin una dirección preestablecida, con un “mareo existencial” y en la que una gran mayoría de nuestros congéneres (posiblemente no todos, por supuesto) no se han dado ni cuenta. Por todo lo expuesto, todo el orbe occidental, ha tocado a su fin. Todas las lecturas marcan una clara tendencia al colapso (una parada brusca sistémica) o, en el mejor de los casos posibles, una evolución hacia algo (sin rumbo) que no sabemos lo que es.

Como vulgar tribu cientifista que somos, nos encontramos en la paradójica situación de no responder a nada del cúmulo de estímulos negativos que se van sucediendo reiterada y sincrónicamente. Todo ello -¡insisto!- nos está abocando a un siniestro, terrible e irremediable suicidio colectivo. Nos hundimos y nada hacemos... nos ahogamos en un aparente caos, con rasgos de cainismo social. No sabemos nadar hacia la orilla del mar de la negritud... nos estamos asfixiando... no somos capaces de retroceder... agonizamos… La misma sociedad, resultante de egoísmos colectivos, ha castrado nuestros medios naturales de (auto) defensa: ¡virgencita, virgencita, que me quede como estoy! Esta expresión, propia del refranero popular e imperante en una parte importante de la población, indica hasta qué punto hemos perdido la capacidad de reacción ante la adversidad. Se ha disipado parte, o bastante, de un eufemístico estado del bienestar y no se quiere acabar de perder el poco (o casi nada) que nos queda. Prácticamente migajas.

El fallo principal, al vagar en nuestro acto de existir, es erigirnos en centro de nuestro narcisista “universo”, cuando en realidad… ¡somos satélites del mismo! La Humanidad, en su humildad infinita, debe de abandonar ese pedestal, que no nos corresponde; asumiendo un papel subordinado de adaptación al entorno y no al contrario. Por lo tanto, tenemos la obligación moral de sintonizar con nuestra madre, la Naturaleza; entrando en concordancia con ella. La armonía obtenida, junto con una renovada coherencia existencial, nos otorgarán ese plus recóndito en la escala de la evolución. Habremos reconstituido a la PERSONA. Mientras no demos ese paso transcendental, seguiremos siendo unos pobres humanoides tecnológicos, intrínsecamente inmaduros, incompletos y trágicamente infelices. Transitando en una espantosa soledad... a pesar de ser millones de sujetos pisándonos los callos, los unos a los otros. -¡No hay soledad más terrible que te estén pisando y no te vean!-        

Por tanto, debemos rescatarnos y debemos reconstituirnos. Es necesario. Es justo rehabilitar al ser esotérico, puro y más querido que llevamos todos... en lo más profundo de nuestro ser. Es preciso, en gran medida, "renunciar" a lo Material para recuperar nuestra Dignidad. Ser PERSONA y nada más.

¡Durmientes moribundos, despertad!


¿Nos estamos, verdaderamente, Concienciando? 

Es notorio que, nuestros anhelos y esperanzas, no están cayendo en vano. Se está empezando a materializar (posiblemente de una forma incipiente) una Conciencia Universal sobre nuevos ¿paradigmas? y/o planteamientos vitales...

En este último decenio ha surgido el llamado “movimiento de los indignados”: colorido conjunto de PERSONAS en el que convergen una serie de (particulares) intereses sociales, ideológicos, económicos y  políticos; que se complementan, en la mayoría de los casos, pero, también, se contraponen. En estos sectores de la sociedad se hallan colectivos tan variados (e inconexos) como: pensionistas, docentes, funcionarios, estudiantes, intelectuales, antisistemas,…etc. Parece que algo empieza a moverse…

No me considero ni un utópico ni un iluminado, simplemente una persona con una capacidad crítica lo suficientemente despierta para intentar ver la Realidad de las cosas. Bajo mi modesta opinión, se han hecho muchas cosas mal (no todas). La sociedad está formada por seres humanos. Por lo que, si queremos mejorar (o cambiar) a la sociedad/civilización, primero tendremos que mejorar a la PERSONA.

Por un principio Ético Universal convendríamos en aspirar a la Verdad y al Conocimiento Armónico del Universo. Por lo que deberíamos tender a ello y percibir que esta insuficiencia, y el cumplimiento de las mismas, tienen una sagrada obligación superior a nuestra Vida perecedera. No obstante, esta insigne voluntad de adquirir conocimiento, con una más que evidente aspiración moral, debería venir acompañada por la pureza de la intención en sí misma.

El entorno es muy desfavorable; es como un lastre… un yunque pendiendo de nuestros pies. Nos falta la entereza y la valentía para afrontarlo. Temor colectivo a ir a un más allá, como siempre, desconocido. Muchos de nosotros (y me pongo de ejemplo) no somos modelos de cambio ni de renovación. La incoherencia de una parte de nuestros actos nos desacredita, minando nuestra credibilidad. Perdemos fuerza moral y el desaliento nos invade. -¡Gran dilema!-


Pero,… ¡sí se puede!


La PERSONA, en su concepción ontológica, es Libre de Pensamiento y Acción. Por lo tanto, si no queremos renunciar a nuestra suprema responsabilidad de ser lo que somos, tenemos el deber moral de regirnos por Valores Supremos, Eternos e Inmutables.

Es meridiano que, después de esta reflexión, la Filosofía y las llamadas ciencias del espíritu (humanidades) tienen que volver a recuperar su posición cardinal en el sistema educativo. Si no es así nada habrá que hacer. El nihilismo liberal astutamente las ha desterrado del mismo. El sistema (perverso per se) es consciente de la infinita fuerza rehumanizadora de la Filosofía (y del resto) y no permitirá que, todas ellas, sean restituidas en el excelso lugar que se merecen y en el que jamás debieron ser expulsadas. ¡Por una nueva educación; por una nueva PERSONA; por una nueva sociedad!

Seremos libres cuando disfrutemos, verdaderamente, de la Realidad



Santiago Peña


*     *     *

No hay comentarios:

Publicar un comentario