domingo, 2 de junio de 2019

EL PASO DEL GRIS A UNA INFINIDAD DE COLORES


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Siempre estamos en el camino, y cada uno tenemos el nuestro


Voces y Colores en la Niñez


Hay un subgénero de cuentos, o leyendas, en el que los personajes principales son chiquillas que pierden la Vozsu voz!-. Esta base argumental es una constante en la consagración de su posterior feminidad. Es el certero, e inexorable, lapso de Niña a Mujer. Es la ratificación de su personalidad como PERSONA, como Mujer, como Ser Eterno. La blanca pureza de su alma (“manchada” por un incidente previsto, pero no menos traumático), anuncia una visión -¡su visión!- del mundo que, transitoriamente oscurecido, muta en un universo más amplio, bello y luminoso.
   
Cuando las adolescentes entran en fase de maduración, pierden y ganan; se transfiguran y se hacen. Son la crisálida transformándose en delicadas – ¡y multicolores!-  mariposas. Son una maravillosa (y completa) representación de los ciclos de la Vida:

Pasarán  de los oscuros grises a una infinitud de dinámicos colores, gracias a su exclusiva Luz


Las Cuatro Estaciones de la Vida, y vuelta a empezar


Los ciclos de la vida tienen una casi infinita variedad de representaciones. Los hay de horas, como el de una gran diversidad de microorganismos; los hay de días, como el de un sinfín de insectos; los hay de meses; los hay de años, como en una gran mayoría de especies; los hay de siglos como en determinados árboles:

Del invierno mortecino, surgimos;
De la primavera sutil, crecimos;
Del verano excelso, maduramos;
Del otoño efímero, morimos.

Y así, ¡un ciclo más!   

La Naturaleza recuerda -¡especialmente!- a la mujer que, durante sus períodos de fertilidad (cada 28 días), es potencial creadora de Vida. Es albacea y transmisora de Vida. Pero, no es dueña de Vida. La Vida es señora de sí misma. Nadie tiene derecho sobre otra Vida. Ni nosotros mismos somos quien para acabar con una Vida que nos fue otorgada por puro azar. Que nos fue concedida por una Naturaleza que es ciega, que es sorda y que es muda. Pero que, a sí misma, es Sabia, Cíclica y Única.

Somos hijos de un latido eterno; de un misterio que no tiene principio ni fin


Santiago Peña


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