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Azul
y Redención
Fuerza
y pasión contenida; emoción. Pureza (virginidad) y exaltación. El color azul
simboliza la estabilidad, constancia, inmortalidad, poder y sacralidad de la
cosas. La expansión mística de un espíritu redentor. Harmonía, relajación, paz y serenidad. El equilibrio de lo físico; de la fuerza, ante un
pretendido, y deseable, estado de sapiencia, mesura y quietud.
Por todo ello, el azul, es un color, eminentemente,
espiritual. Digna representación de la
inspiración; encontrándose vinculado a la justicia y a una piadosa sumisión;
hacia lo divino y la perfecta eternidad. Según la Tradición de la Santa Biblia “Los diez Mandamientos” mosaicos fueron escritos
sobre unas supuestas tablas de material pétreo azulenco. Es decir: de zafiro, una
piedra preciosa de color azul. Es, por tanto que, el significado espiritual del
color garzo, en Las Sagradas Escrituras encarna, precisamente, el recto
cumplimiento de la ley:
ya que es condición sine qua non para que se pueda vivir, sin desvarío, en una inquebrantable,
y refulgente, pureza virginal; en una incorruptible espiritualidad.
El cielo como base primigenia de la incombustible espiritualidad.
La celestial presencia del permanente azul, fiel reflejo de su eterna, e
inconmensurable, identidad. El etéreo manto azulado se refleja, aquí, en la
tierra en cada nuevo despertar; en cada nuevo albor. Ascensión -¡siempre!- sin
respiro, sin extenuación. Inexorablemente, en elevación.
Espada y espiritualidad
¡Todos,
monjes y guerreros! Compromiso emancipador ante un valor superior: La Libertad,
plena, sublime y excelsa. Todo ello –exigible- para poder vivir en la
permanente Verdad.
La
vida diaria es “Espada” y “Espiritualidad”. El día a día es Fuerza;
es
Lucha. Siempre Lucha; tanto física como espiritual.
En una liberación permanente…
¡Sin tregua; sin debilidad; sin final!
Santiago
Peña
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